Ventaja azul en el juego de ida. Millonarios se impuso 1 – 0 con la anotación de Matías de los Santos en una jugada a balón parado durante el primer tiempo.
Con la cabeza de Matías. Millos se fue ganador al término del primer tiempo, en una jugada de balón parado. Un tiro libre de costado fue bien capitalizado. Balón al primer tiempo y el desvío correcto del zaguero uruguayo, quien se apuntó su segundo gol con la camiseta ‘Embajadora’.
Un gol que libró algo, una pequeña parte de toda esa tensión que rodea esta gran final. Este clásico dibujó un arranque fogoso, mermado por las fricciones. Millos se protegió bien atrás, aunque tuvo un par de situaciones, en contra también en balón parado, que casi terminan en gol del rival. El que mejor rédito sacara de esas acciones tomaría la ventaja y Millos lo supo hacer.
Tácticamente el equipo no se dejó tomar por sorpresa cuando lo atacaron y procuró por jugar mucho tiempo en campo del rival. El 1 – 0 abrió un poco más el juego, así que además de las jugadas con balón detenido el aprovechamiento de los espacios marcaría la pauta en el desarrollo del segundo periodo.
Millonarios jugó con la intención del rival, agazapado por momentos, pero sin dejarse arrinconar. Cuando quiso salir fueron contragolpes rápidos, sin el nivel de contundencia que se necesitaba. No fue un fútbol prolijo, fiel reflejo de lo que ha sido este equipo: De poco volumen ofensivo en la construcción de sus jugadas. Al mínimo error del rival facturaba. Así mismo, corría el riesgo de sufrir atrás porque Santa Fe fue intensificando su presencia en el área azul.
Clásico intenso, con esa sensación de sufrimiento propia de una final. Un gol de ventaja para custodiar en los 90 minutos cruciales del próximo domingo.