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Vie, Abr

Papa pide justicia y reconciliación

Informe Especial
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650.000 personas acudieron a la misa campal en la capital del Meta.
Villavicencio (EFE).- Colombia vivió una tercera y emotiva jornada de visita papal en la que el obispo de Roma pidió verdad, justicia y reconciliación para el país rodeado de víctimas que compartieron su historia ante un Francisco compungido.

El día comenzó con una gran misa campal ante unas 650.000 personas pero el acto más emotivo llegó por la tarde, cuando el papa arribó en un sencillo carro eléctrico hasta un recinto habilitado en el Parque de las Malocas de la ciudad de Villavicencio.

La elección de la ciudad no era casual, allí en plenos Llanos Orientales y donde confluyen las entradas de la Orinoquía y de la selva Amazónica, el conflicto armado colombiano escribió algunas de sus páginas más sangrientas.

La ciudad es la cabeza de un territorio prácticamente virgen, inhóspito y selvático que se transformó en bastión guerrillero y paramilitar. Toda la región que lo circunda supone casi el 40 % del territorio colombiano y es prácticamente un desierto demográfico que hoy se llenó de gente para ver y aclamar al papa.

Ante ese territorio, mitad llanura, mitad selva y con tintes de sabana, el papa se erigió como un padre que pide a sus hijos que se reconcilien y les exige que no olviden lo que ha sucedido.

“Verdad es contar a las familias desgarradas por el dolor lo que ha ocurrido con sus parientes desaparecidos. Verdad es confesar qué pasó con los menores de edad reclutados por los actores violentos. Verdad es reconocer el dolor de las mujeres víctimas de violencia y de abusos”, dijo el papa ante 6.000 víctimas del conflicto armado dispuestas a perdonar pero no a olvidar.

Antes había escuchado los testimonios, desgarradores como su dolor, de dos de esas víctimas que detallaron al papa el camino de sangre al que se vieron sometidos durante el conflicto armado de más de medio siglo.

Ahora, que Colombia comienza a ver la luz al final del túnel de la guerra, Francisco escuchó con atención a Luz Dary Landázuri y Pastora Mira García, víctimas de la violencia, así como a Juan Carlos Murcia Perdomo, exguerrillero de las FARC, y a Deisy Sánchez Rey, excombatiente de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

Con gesto serio, rostro atribulado y apesadumbrado que en ocasiones parecía al borde del llanto, el obispo de Roma no perdió detalle de sus relatos.


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