“Hay grandes penas que hacen llorar a los hombres”: Kid Pambelé

Pambe

Informe Especial
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Hace 45 años, un muchacho sencillo nacido en San Basilio de Palenque, Antonio Cervantes Reyes, puso a celebrar a Colombia con su primer titulo mundial de boxeo, conquista de grata recordación que le dio un vuelco al deporte de las narices chatas en un país donde los logros en materia pugilística siempre han estado asociados a situaciones de miseria y constante sacrificio.



Por la mente de ‘Kid Pambelé’ pasan muchos momentos que hacen parte de su historia, y más aún cuando se remite a la música vallenata, exactamente a una de las canciones que más le golpean el sentimiento.

Hay grandes penas que hacen llorar a los hombres,
y a mí en la vida me ha tocado de pasarlas…

Esta canción, ‘Rosa jardinera’, enmarca los sucesos cotidianos de ‘Pambelé’, quien pasó por facetas de alegrías, penas y muchas derrotas fuera del ring, cuando se había acostumbrado a ser un ganador, como aquella vez cuando en los televisores a blanco y negro su figura se mostraba altiva, sonriente y de sus labios salía una primera petición: “Quiero que le pongan luz a mi pueblo San Basilio de Palenque, Bolívar”. Efectivamente, el deseo del boxeador se le cumplió.

Deportista grande

Muchas de las cuartillas que desde esa época se han escrito del célebre boxeador, ahora que su vida y sus hazañas fueron llevadas a la televisión, no registran la batalla del miércoles 22 de septiembre de 2004, un día soleado, cuando hizo una visita a la ciudad de Valledupar metido en un rol que no era el suyo. Llegó a librar su peor pelea.

Como pólvora en tiempo de Navidad se corrió la noticia de que ‘Kid Pambelé’ estaba en la Capital Mundial del Vallenato. Efectivamente, se encontraba alojado en un céntrico hotel de la ciudad, y su misión, según contó, era entrevistarse con varios cantantes vallenatos. Pero la verdad era otra. ‘Pambelé’ estaba pidiendo en las calles una colaboración para su causa personal: noquear a la pobreza.

Se hizo el contacto con el campeón, se fijó el lugar y la hora, pero antes de llegar al sitio convenido, él estaba andando y se metía en cualquier puerta del sector comercial. Se le abordó, y entonces, con una actitud beligerante dijo: “Eche, déjenme trabajar”.
Se le explicó el motivo del encuentro, entonces se calmó y pidió que le hicieran la espera en el hotel. Al cabo de veinte minutos entró presuroso y sudoroso, enfundado en un vestido entero gris y una camiseta del Júnior de Barranquilla.

“Llegué a Valledupar a visitar a mis amigos artistas: Poncho Zuleta, Diomedes Díaz, Jorge Oñate, Iván Villazón, y a toda la gente que me quiere y no me olvida”, comenzó diciendo.
La gente se aglomeró en las afueras del hotel, y eso le dió pie para decir: “Mire, sigo siendo el campeón de todos los tiempos, el más grande deportista que ha producido el país y el único que está en el salón de la fama del boxeo mundial”.

En ese momento, su mente pareció remontarse a la noche del sábado 28 de octubre de 1972, cuando ganó en Panamá el titulo mundial de las 140 libras, y el lapso de tres años y ocho meses durante los cuales defendió en diez ocasiones su corona. De un momento a otro, aterriza, acepta que le tomen fotos y le formulen unas cuantas preguntas.

Golpes de la vida

El célebre boxeador colombiano respondió rápidas y contundentes preguntas que enmarcaron los momentos que nunca debió vivir, pero que lo sacaron del mejor sendero de la vida, debiendo ponerse en manos de especialistas.
¿No se arrepiente de haber perdido tanto dinero?
Sí, estoy arrepentido, pero nada hago con ponerme a lamentarme. Ya eso pasó y no quiero acordarme de nada. Ahora tengo que mirar el presente y el futuro.
¿En su momento se dejó noquear de la droga?
La droga es un hueco hondo y oscuro del que es difícil salir. Es un abismo, una pared resbaladiza muy difícil de escalar. A veces, escalas unos metros, y cuando miras que vas a alcanzar la meta, te caes. Me ocurrió varias veces.
¿Después de conocer el mundo de la droga, cuál consejo les entrega a los deportistas?

Que se alejen de la droga porque eso es terrible. Lo destruye todo. Que me tomen como ejemplo a mí que lo perdí todo, menos el cariño de mi familia, de mis amigos y de la gente de Colombia. Cuando se está en la droga todo es triste y doloroso, y les aseguro que no vale la pena.

Enseguida de esa respuesta, se le indagó sobre sus amigos cantantes vallenatos y las canciones que más le llamaban la atención. “Todos los cantantes vallenatos son mis amigos, me quieren y los quiero, y en cuanto a canciones, hay una que me pone nostálgico, y habla de las penas que hacen llorar a los hombres, así sean bien machos”.

Se le indica que se llama ‘Rosa jardinera’, de la autoría de Idelfonso Ramírez Bula, y que la interpreta Jorge Oñate. Enseguida, sin hacer mucho esfuerzo va nombrando otros temas que le sacuden el sentimiento. “Me quedo con ‘Mi hermano y yo’ de los hermanos Zuleta y ‘El cóndor herido’ de Diomedes Díaz. Esas me dan nostalgia”.

No muy bien había terminado de hablar, se paró del sillón con una agilidad felina, caminó unos pasos, y a boca llena, exclamó: “Como dijo Diomedes Díaz, se las dejo ahí”…

Gloria lejana

Al despedirse, continuó con su trabajo, que incluía una pequeña introducción del personaje, y nadie dejaba de colaborar. De todas sus ‘visitas’, algo caía a la bolsa negra que llevaba consigo, que en nada se parecía a aquellas bolsas millonarias que le hicieron ponerse los guantes, y hasta una pantaloneta con los colores de la bandera de Colombia para demostrar que era el mejor Walter Júnior del mundo.
Ahora, era pequeño el esfuerzo, poco sudaba, y en menos de un minuto despachaba a su rival que ahora es la pobreza, esa misma que lo ha perseguido por el cuadrilátero de su vida.

De todas maneras, la famosa canción ‘Rosa jardinera’ marcó su andar porque grandes penas tuvo que pasar después de esquivar golpes certeros que muchas veces supo esquivar, pero otros lo tiraron a la lona y lo pusieron a cantar en voz baja las tristezas.

El Pambelé de hoy

Pasados 13 años de aquella entrevista con Antonio Cervantes ‘Kid Pambelé’, ahora vive desde hace mucho tiempo en Turbaco, Bolívar, donde se contactó vía celular, y recordó su visita a Valledupar y esas canciones que lo llenan de nostalgia, y que al escucharlas su cerebro se activa con emoción sublime. Una especie de golpe de gracia.

Se llena de nostalgia cuando se le recuerda esta fecha memorable para el deporte colombiano y para su propia carrera boxística. Él, tiene derecho a soñar con aquella gloria que conquistó hace 45 años, porque fue el hombre que desde un cuadrilátero supo noquear a muchos rivales, alzar con orgullo sus brazos y proclamar que la vida es un viaje donde tarde o temprano se llega al último round señalado por Dios.
Esta vez no sonó la campana. Sino que a lo lejos se escucharon sus palabras de despedida. “Saludos a todos y aquí tienen al Campeón Walter Junior de siempre. El viejo Pambelé”…