El papa Francisco invitó ayer domingo al Vaticano a miles de personas en situación de exclusión para compartir con ellas la primera Jornada Mundial de los Pobres, pidiendo a los fieles que luchen contra la “indiferencia” hacia los más necesitados.
Es como decir ‘esto no me incumbe, no es asunto mío, es culpa de la sociedad'”. En los pobres, “en su debilidad hay una fuerza salvadora. Y aunque ante los ojos del mundo tengan poco valor, son ellos los que nos abren el camino del cielo”, afirmó. Jorge Bergoglio almorzó luego con 1.500 pobres en una sala del Vaticano, mientras que otros 2.500 fueron repartidos en los comedores de las diferentes instituciones pontificias.
La jornada tiene como objetivo instar a los creyentes a que reaccionen contra lo que califica “la cultura del descarte y del derroche” y fomenten “la cultura del encuentro”. Desde que fue elegido pontífice en 2013, Francisco se ha comprometido a favor de “una iglesia pobre para los pobres”, por lo que suele criticar la acumulación de riqueza en manos de unos pocos privilegiados y denunciar las crecientes desigualdades que se registran en todo el mundo.