El Vaticano publicó una serie de normas para garantizar la autenticidad y la conservación de las reliquias, cuya venta está “absolutamente prohibida” y no podrán ser expuestas sin un certificado que demuestre su veracidad.
Se establecen dos tipos de reliquias: por un lado están las insignes, “el cuerpo de un beato o santo, partes notables de sus cuerpos o los restos derivados de su cremación”.
Para evitar “abusos”, deberán ser custodiadas en urnas selladas y ubicadas en lugares que “garanticen la seguridad, respeten la sacralidad y favorezcan el culto”.