Desde el 13 de agosto de 1961 hasta el 9 de noviembre de 1989 Alemania entera tuvo que vivir la vergüenza que para la gran mayoría significó el muro que dividió a Berlín entre los occidentales, inscritos en el sistema democrático, aunque inicialmente ocupados por los aliados de la segunda guerra mundial, y Berlín Oriental, dominada por el sistema socialista de la entonces Unión Soviética.
Pero desde esa noche de noviembre en la que el mundo vio caer el muro a manos de los espontáneos que lo derribaron con mazos, las nuevas generaciones de berlineses, además de turistas y artistas de todas partes del mundo, han acudido a los segmentos que dejaron levantados en la ciudad, para consignar allí estéticos mensajes de paz y amor, o mensajes sarcásticos como el recuerdo del famoso beso que alguna vez se dieron públicamente, a manera de saludo, los líderes comunistas Erich Honecker, de Alemania Oriental, y Leónidas Breznev, de la Unión Soviética, en Junio de 1979.
Alemania, y Berlín en particular, exorcizaron así la que es quizás la tragedia más grande de su historia, la segunda guerra mundial, hoy superada con creces gracias a una nueva cultura y una nueva ideología de solidaridad, conciencia y progreso en equidad. Así los reconoce hoy el mundo.