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Vie, Abr

Deportados a su suerte

Judiciales - Nacional
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Varias historias acerca de los colombianos y hasta venezolanos que antes, durante y después de las recientes medidas tomadas por Nicolás Maduro, se encuentran en nuestro país buscando ya sea una nueva oportunidad o esperar que la  crisis en la vecina nación amaine.

Al mediodía de domingo una escena inusual ocurría a pocos metros de iniciar suelo  venezolano, que hasta los pimpineros, cambistas y choferes de los viejos carros en Paraguachón, se aglomeraron con sorpresa.

Un escuadrón entre policías y soldados colombianos, ingresaron con sus dotaciones a tierra extranjera para ayudar a una familia de indocumentados que retornaban con sus enseres arrastrándolos  en el ardiente pavimento fronterizo.

Los comentarios no eran otros que la reacción que tendría la GNB, Guardia Nacional Bolivariana al notar que un ejército diferente al suyo estaba en su país.

Y pasó.

Raudo un militar chavista se acercó, habló con los uniformados colombianos, acelerándolos en su paso para que cargaran con todo: tablas, colchones, ropa, muebles. Mientras delante de la gran V de concreto, colombianos alentaban a quienes retornaban, vitoreando consignas patrióticas y dándoles la bienvenida, como si hubieran retornado del propio infierno.

Entre fugaces momentos emotivos de connacionales que vuelven a empezar sus vidas desde cero en Colombiano, transcurre el día a día en la frontera norte colombiana. 

Abandono voluntario

De un momento a otro una mujer perdió sus últimos 15 años, su trabajo y su hogar, antes que las tropas de Maduro llegaran a la casita donde residía en el estado de Trujillo. Decidió abandonarla, antes de tener que pasar una vergüenza, o peor aún, que la separaran de sus tres hijos, so pretexto que ellos son hijos de Bolívar.

"Me vine porque a nosotros los indocumentados para Maduro somos paracos", reza en su testimonio la mujer que cargaba a una de sus hijas, una niña con discapacidad física, mientras aguardaba la atención por parte de Migración.

Y es que el temor ante el creciente número de hogares separados por el fenómeno en la frontera  ha hecho que muchos colombianos, algunos con parejas venezolanas,  opten por salir voluntariamente y llegar al país en busca de otra oportunidad.

"¿Volverá a Venezuela?", le preguntamos en tono esperanzador, " Dios nos guarde", respondió con una leve sonrisa de desilusión mientras planeaba rearmar encauzar el destino en casa de su madre en Cartagena.

Los deportados que vienen y van

El barrio Rincón Guapo en Paraguachón no lleva su nombre por el mero azar. Allí comienza una de las decenas de rutas centenarias que atraviesa el desierto guajiro hasta Venezuela.

Llegar ahí y observar los improvisados peajes que halan los wayuu cobrando de 100 a 300 bolos, nos dice que las cosas acá van en serio.

En camiones polvorientos, vagones atestados de contrabando,  mudanzas y seres humanos aparecen en medio de los matorrales ubicados en las laberínticas trochas. La decisión de volver a Colombia no es cuestión de oportunidades, sino de esperar pacientemente hasta que la marea baje.

"Hay colombianos que retornan con facilidades económicas, que no sienten la necesidad de reportarse ante las autoridades de migración", comentó el jefe de la Defensa Civil en La Guajira, coronel Fernando Ortiz.

Se estima que entre el miércoles 26 de agosto y el domingo 30, por lo menos 152 compatriotas han ingresado al país por Paraguachón, según datos oficiales, pero la cifra se duplicaría por los colombianos que vienen con dinero desde Venezuela y se establecen temporalmente en Colombia.

Los venezolanos que se quedan en Colombia con los ojos cerrados

Sara es de Maracaibo y junto a sus dos hijos espera reencontrarse con su marido colombiano quien lleva trabajando hace dos meses en Barranquilla.

"Con el favor de Dios si obtengo la cédula colombiana me vengó con los ojos cerraos",  afirmó mientras esperaba que arrancará el vehículo rumbo a Maicao.

Para ella y sus acompañantes, también venezolanas, el propósito de Maduro es separar las familias. "Mi hija que es adolescente me dijo: Si el presidente nos pone a escoger entre Venezuela y los padres colombianos, me quedó con mi papá", cuenta al tiempo que se decepciona de lo considera son las " barbaridades de ese perro" al poner a los venezolanos que se insulten cuando hacen las largas colas en los supermercados.

Volver a su tierra no está entre sus proyectos cercanos, siente estabilidad acá y espera no pasar por el trago amargo de la separación a causa de órdenes estatales.

El multimillonario proceso judicial

Lesbia  sabe cuánto ha gastado  su madre desde los nueve meses que lleva recluida en la cárcel de Marite en Maracaibo.

"1.700 millones de bolívares", describe sin reparos la suma pagada a un abogado para que le resuelva el lío judicial de su progenitora, doña Mercedes, quien fue detenida en la frontera por llevar, presuntamente, toneladas de contrabando, cuando su familia admite que apenas llevaba tres bultos.

Lesbia teme que a la hora del juicio la condenen a los nueve años que puede contemplar la pena por ese delito, por ello esta chef internacional, se vino de su natal Venezuela a trabajar como mesera en un restaurante de viajeros y comerciantes en Paraguachón.

"Como chef me ganaba ocho mil bolívares,  eso no alcanza para nada".

Al cambio el salario mínimo en Venezuela (7.000 bolívares), no llega a los 28 mil pesos.

Con la hiperinflación que sufre la hermana República, en promedio un abogado cobra una tarifa que ronda los 700 millones de bolívares.

Según cuenta Lesbia, en plata colombiana los miembros de la comunidad wayuu, etnia a la que pertenece la señora Mercedes González, han tenido que aportar unos siete millones de pesos.

Trabaja en el restaurante, junto a su hermano quien labora en un hotel, juntos ayudan a su mamá y a otra hermana que cursa estudios universitarios.

No sólo le colaboran con la asesoría jurídica, sino con los pequeños privilegios que debe contar para que no sea víctima de abusos por otras reclusas en prisión.

Lesbia tuvo que venirse por la fuerza de las circunstancias para salvar a su mamá y está abriéndose paso en un país que le abrió las puertas. 

Por Mario Ibarra Monroy
Enviado especial
EL INFORMADORSoldados colombianos ayudan a subir los enseres a un camión de una familia colombiana que quedó en la frontera venezolana sin ayuda.Sara, es una de las tantas venezolanas que decidió venirse a este país a empezar una nueva vida.Una ciudadana colombiana quien decidió venirse por cuenta propia de Trujillo, Venezuela.Policías y soldados custodian el territorio colombiano en la frontera de Paraguachón, en las últimas horas han aumentado el número de efectivos debido al posible anuncio desde Venezuela del cierre de la línea divisoria por parte del gobierno del vecino país.La frontera por La Guajira mantiene un flujo normal de colombianos y venezolanos que transitan a diario en la famosa 'raya'.