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Mar, Abr

Jaime Antonio Mendoza, un patrullero vial ejemplo de superación

Jaime Antonio Mendoza, un patrullero vial ejemplo de superación.

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“Este es un nuevo capítulo que Dios me ha permitido vivir” de esta manera describe la etapa que vive Jaime Antonio Mendoza, un hombre a quien una herida de bala le cambio la vida, actualmente desde su silla de rueda ejerce el rol de patrullero vial del Instram. 
Jaime es un ejemplo de vida, con su discapacidad forma parte de las filas de los patrulleros que hoy regulan el tráfico vial haciendo cumplir las normas de tránsito en el Distrito, su anhelo es poder crear conciencia de cultura ciudadana que ayude a mejorar la convivencia. Hasta hace cuatro años Jaime Antonio llevaba una vida tranquila entre las responsabilidades de hijo, esposo y padre, se ganaba la vida como taxista independiente para llevar el sustento a su casa ubicada en el barrio Brisas del mar en la vía que lleva a Valledupar, con grandes sueños de superación anhelaba tener un mejor trabajo ejerciendo su profesión como técnico de mantenimiento de motores de gasolina y gas. Con sus ganas de echar pa’lante, buscaba siempre la manera de ganarse la vida y una de esas la consiguió con un taxi arrendado, con el cual salía diariamente, a recorrer las calles de Riohacha, veía en cada carrera que hacia la oportunidad de ganar dinero. 

Pero el infortunio llegó y le hizo una parada en la apariencia de dos hombres de donde vino la desgracia, lo llevaron hasta el barrio El Dividivi donde lo despojaron del vehículo, pero estos no solo le arrebataron la fuente de trabajo, también le arrancaron la esperanza de continuar con sus sueños. Inicio de una nueva  vida Cuenta que recibió un disparo en la columna vertebral ocasionándoles daños en órganos internos y parálisis en ambas piernas, Jaime no recuerda nada de lo sucedido, solo que Dios le dio otra oportunidad para vivir una nueva vida. Duró catorce días inconsciente cuando despertó el médico le confirmó lo que ya presentía, “desperté y no sentía las piernas, me dieron la noticia y sentí que ya todo se había terminado, pensé en quitarme la vida porque es duro estar así”. 

Desde entonces empezó un proceso largo sin ningún tipo de ayuda psicológica, que le orientara a entender lo sucedido, solo sus familiares más cercanos, sus hijos, amigos y hasta desconocidos le hicieron recuperar de nuevo el sentido de la vida. “Mis compañeros taxistas siempre han estado conmigo, me colaboraban, juntaban entre todos y semanalmente me hacían llegar una ayuda económica”, cuenta con agradecimiento, y es que desde entonces no ha estado solo, han sido muchas las personas que se han dejado guiar por Dios para ayudarle. Motores que Impulsan la vida Cuenta que han sido muchas personas que le han brindado una mano amiga, “Recuerdo que mi primera silla de rueda me la regalo un trabajador del sindicato de cerrejón, él vio como me trasladaban en una sábana se me acerco y me preguntó que me había pasado, dónde vivía y le conté, ese mismo día por la tarde se apareció con la silla”. 

Ese fue uno de los primeros ángeles que se le presentó en el camino, lamenta no recordar su nombre para  agradecerle de manera muy especial, porque a partir de ahí sintió que si valía la pena vivir. Este sentido por la vida creció más cuando por causas que desconoce, su compañera sentimental se separó de él dejándolo a cargo de sus cuatro hijos, “soy padre soltero de Jesús, Lilibeth, Lincón y Jaime los motores que impulsan mi vida” cuenta entre sonrisas. Superación de vida En Riohacha es el primer discapacitado patrullero encargado de regular el tránsito, una labor admirable que desempeñan con mucha entrega, apuesta por una mejor ciudad donde reine la tolerancia “no es un trabajo fácil porque nos falta mucha cultura ciudadana” resalta.

 Para él este trabajo, que muchos ven con poca importancia, representa una nueva forma de servir a su ciudad y a su familia, espera poder darles los estudios a sus hijos y construir una casa para su mamá. Jaime tiene la esperanza de volver a caminar, la sensibilidad que siente en sus piernas le aumenta cada vez más ese deseo, se ayuda con terapias hecha por él mismo, ya que  sus recursos no le alcanza para pagar un terapeuta. “Los domingos voy al rio y con un salvavidas me ayudo y muevo mis piernas, tengo la fe de volver a caminar así sea con un bastón, pero sin la ayuda económica es difícil más no imposible.”

 Anhelos de una mejor ciudad Sin duda tiene una nueva vida, un nuevo rol, y el mismo motivo para seguir adelante brindar una vida digna a su mamá, a sus hijos y a él mismo, este es el impulso con el que sale diariamente a ejercer su trabajo con orgullo. Está muy agradecido con todos aquellos que lo han ayudado a creer en el mismo, su familia, sus amigos taxistas, su profesor, a su comadre, su nuevo jefe, los compañeros  de trabajo, y muchas personas más que han estado apoyándolo. Apoyo que quiere devolver sirviendo a los demás como patrullero de tránsito “Solo le pido a la sociedad que tengamos un poquito de conciencia, que cuidemos nuestro Distrito para que podamos vivir en paz sin violencia" concluye. 


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