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Vie, Mar

Parque de la India, testigo del sufrimiento de los venezolanos

Tiempo para descansar en los medios día, tienen los venezolanos en el parque de la India.

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Colchones, sábanas, enceres, mercancías y otros elementos, acompañan los rostros cabizbajos de los ciudadanos venezolanos que residen en el parque de la India de Riohacha. Han emigrado de su tierra buscando un escape ante la crisis que padece el país vecino con un presidente que ignora su problemática.

Aseguran que no quieren incomodar a los colombianos, solo quieren un refugio, porque han escapado de un lugar donde la comida es escaza, no se consiguen medicamentos, la inflación desborda los precios de productos básicos y la represión del gobierno es insoportable.

Bajo la sombra de un árbol, una madre acongojada cuenta su historia, su nombre es Leidy Ríos, vino de Maracaibo a principio de este mes, comenta que en la actualidad las puertas para un trabajo se cierran constantemente y a duras penas prueba una de las tres comidas diarias.

Deben pagar entre mil y dos mil pesos para usar un baño o una cocina en casa ajena, duermen en colchones donados por ciudadanos de buen corazón, otros recuestan su espalda sobre el piso y esperan que el amanecer les traiga buenas nuevas.

“He intentado buscar trabajo en casa de familia, ayudante de cocina, en lo que uno sabe, que sea algo honrado. No nos dan la oportunidad porque muchos ya han tenido la experiencia con venezolanos que se portan mal y terminan robando las cosas y por uno pagamos todos”, aseguró Ríos.

Afirma con preocupación que los esfuerzos de su hijo por limpiar vidrios en los semáforos se vuelven infructuosos, puesto que varios conductores lo han llegado hasta intimidar con arma de fuego.

El dormir nocturno para los inmigrantes se vuelve incómodo por las condiciones precarias en que habitan. El frío, los insectos y cualquier amenaza llega atemorizarlos. A eso se agrega el accionar de la Policía, que los desaloja del lugar hacia las nueve o diez de la noche.

jóvenes profesionales en busca de un mejor futuro

Lindimar Gonzales, quien estudiaba ingeniería industrial en Maracaibo, afirma que después del desalojo tuvieron que esperar que los agentes tomaran su descanso y retornar nuevamente al parque para pasar la noche. Manifiesta que la crisis del vecino país, la obligó a desertar de sus estudios y buscar una alternativa en La Guajira.
Los venezolanos pasan mucho trabajo, pero dicen que es mejor que en su tierra.
Los venezolanos pasan mucho trabajo, pero dicen que es mejor que en su tierra.

“En Venezuela yo me iba a la universidad a pie y sin comer, me quedaba a una hora de mi casa. Luego me salí y al no poder conseguir trabajo me vine. El problema es que allá no hay trabajo y aunque uno encuentre no le alcanza para comprar comida. Ahora estoy aquí con la esperanza de conseguir trabajo”.

Los refugiados afirman que en el país gobernado por Nicolás Maduro no hay medicinas, pañales, toallas sanitarias, papel higiénico y mucha gente se acuesta sin comer. Cuando relatan sus historias, miran hacia el suelo con el ceño fruncido y la mirada perdida, como buscando respuestas claras y solidas a la vez.

Algunos lloran desconsoladamente al recordar los buenos tiempo de esa Venezuela, donde la fila más incómoda, era la de la caja registradora para pagar la cuantiosa cantidad de productos comprados.

Los venezolanos deben acudir al hospital Nuestra Señora de Los Remedios para conseguir atención médica. Afortunadamente, consigue remediar sus problemas de salud en este centro asistencial.

Tras pasar una semana en Maicao, Yosman Navarro, un joven igualmente, desertor de universidad, llegó a Riohacha para ver una luz en medio del oscuro y siniestro camino que transita. Es un crítico acérrimo del gobierno de Nicolás Maduro y no duda un segundo en afirmar que el pueblo no tiene la culpa de los errores del gobernante.

“El presidente dice que allá todo está bien, que allá no hay crisis económica, que nosotros venimos porque queremos y eso es pura mentira. Además de la comida y los medicamentos, duramos hasta 15 días sin agua y nos viven cortando la luz, entonces los artefactos se nos están quemando también por los constantes bajones”.

Yosman habla con seguridad sobre la crisis de su país, mientras saca una bolsa de agua de una caba que utiliza para vender varios productos fríos en algunas zonas de la ciudad, le da de beber a uno de sus familiares y continúa explicando los pormenores de lo que él considera son abusos del gobierno venezolano.

“A los que trabajan en el gobierno tú no lo vez haciendo una cola de 12 horas como nosotros, ellos andan en los mejores carros siempre les abunda la comida y no pasan necesidades, esa gente es la que le muestra el presidente al mundo”, señaló el joven.

Al dejar su tierra natal, también ha dejado un número de familiares restantes que sufren las inclemencias del régimen. Muchos se lamentan al saber que hay niños pequeños sin la oportunidad de adquirir lo más básico. Con lo que ganan, logran enviar algo de dinero para callar el llanto de muchos desfavorecidos.


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