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Jue, Abr

49 aprendices adelantan proyecto de adecuación y construcción de áreas de recreación con material reciclado

Proyecto de adecuación y construcción de áreas de recreación con material reciclado.

Península
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49 aprendices de las carreras tecnológicas Construcción y Obras Civiles, adelantan un proyecto de adecuación y construcción de áreas de recreación con material reciclado.​

Entre ellas, se encuentra Saturia Rosa Sánchez, antioqueña de pura cepa que tuvo que huir de la violencia, abandonar todo lo que había conseguido durante 54 años y buscar nuevas oportunidades en tierras desconocidas.

Ella ahora se gana la vida en múltiples oficios: cose, pinta, lava, cocina, vende comida y productos de revista. “Le tuve que huir a la guerra, a las balas y a la guerrilla urbana del nororiente de Medellín para no condenar a mis hijos a un futuro violento y sin esperanza”, relata al recordar las razones que la hicieron desplazarse a La Guajira.

Con acento paisa y el gen de emprendedora que tienen las personas de su región, esta mujer desde hace 22 años vive en Fonseca para ofrecerles bienestar y un futuro mejor a sus tres hijos que la acompañan en las diferentes travesías que emprende.

Nada ha sido impedimento para conseguir lo que se propone. “Dos de mis hijos están en la ruta de ser profesionales; me falta el menor que se gradúa este año de bachiller y se inscribió al Sena para el programa de Gestión Empresarial. Poco a poco vamos logrando lo que queremos”, comenta esta aguerrida mujer que a sus 54 años empezó a consolidar su sueño más anhelado: tener un título académico y ser emprendedora.

Llegó al Sena para formarse como tecnóloga en construcción y cuando le preguntan por qué hasta ahora, ella contesta con seguridad: “Para estudiar no hay edad, nunca es tarde. Además lo que encontré aquí no lo tengo en ningún lugar; me siento incluida y capaz; por eso le hui a la violencia y el Sena me dio nuevas esperanzas”.

El talento y la tenacidad de Saturia la ha convertido en una de los aprendices más sobresalientes del curso, que comparte con 20 jóvenes que la ven como una mamá y modelo a seguir.

“Ella es la primera en llegar, no lleva el celular a la formación porque no le gusta que le interrumpan la clase y cuando se trata de hacer las actividades prácticas es la primera en ponerse el overol, coger pala y carretilla para trabajar”, resalta Nurbel Pérez, instructor de la especialidad.

Hoy, esta aprendiz ve más cercano su sueño, puesto que en un mes terminará su formación y la Entidad le abrió la posibilidad de hacer la etapa práctica en una de las sedes.​

Además, al terminar su proceso académico presentará ante Fondo Emprender una idea de negocio que ha ido consolidando porque “El Sena me ha demostrado que no sólo brinda oportunidades de formación, sino también de emprendimiento con el que cambiaré el futuro de mi familia y el mío”, manifiesta la protagonista de esta historia.


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