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Jue, Abr

Una incómoda tarea

Editorial
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Advirtió que Donald Trump era peligroso, un gatillo fácil cerca del botón nuclear, que se vanagloria de poder toquetear a las mujeres sin su consentimiento. Pero ahora Barack Obama se ve obligado a decirle al país que puede sobrevivir a cuatro años de Trump como presidente; pero ayer lo recibió en la Casa Blanca y comenzó a cumplir con el protocolo para el presiente electo, por parte del presidente saliente.


La inesperada victoria del impulsivo millonario representa un sorprendente cambio de fortuna para Obama. El primer presidente negro de Estados Unidos esperaba despedirse con una nota alegre, entregándole las riendas del gobierno a Hillary Clinton, pero en cambio pasará sus últimos meses en la Casa Blanca presidiendo un país dividido, ansioso, que no sabe lo que le espera.

Con los índices de popularidad más altos desde que fue elegido, Obama parecía destinado a ser recordado como uno de los líderes más exitosos que ha tenido el país, un Franklin Delano Roosvelt, con logros a nivel nacional e internacional que cualquier mandatario envidiaría. Todavía puede quedar como uno de los grandes presidentes de Estados Unidos, pero no si Trump logra cumplir sus promesas.

Trump prometió deshacer todo lo que hizo Obama en los campos de la salud, la inmigración ilegal, el cambio climático, el comercio, las relaciones internacionales y en otros terrenos, y tendrá las herramientas para intentarlo, ya que su Partido Republicano controlará las dos cámaras del Congreso, además de la Casa Blanca.

El propio Obama reconoció la semana pasada que una victoria de Trump haría que todo lo hecho en su presidencia quedase en nada.

No sorprendió, entonces, que el estado de ánimo en la Casa Blanca fuese sombrío al día siguiente del triunfo de Trump. El personal se había reunido con amigos para festejar la elección de la primera mujer presidenta en la historia del país y en cambio quedó preguntándose si los últimos ocho años fueron una pérdida de tiempo.

Abundaron las lágrimas entre varios cientos de empleados que se congregaron en el Rose Garden para escuchar a Obama hacer sus primeras declaraciones tras la debacle. Confundidos y aturdidos, oyeron a Obama decirles que sus esfuerzos no habían sido en vano.

Si Obama estaba deprimido por el resultado de la votación, como seguramente ocurrió, no lo dejó entrever. Funcionarios de la Casa Blanca dicen que sintió la responsabilidad de tranquilizar al país después de una contienda dura y divisoria, en la que el candidato victorioso ofendió a grandes sectores del país.

Algunos colaboradores dicen que Obama se consuela en parte con el hecho de que las propuestas de Trump son vagas y dejan espacio tal vez para que sobrevivan algunos de los logros de su gobierno. Y no descartan que Trump, quien es más moderado en algunos temas que otros republicanos y alguna vez apoyó el derecho al aborto, al final de cuentas tenga más en común con Obama que lo que muchos creen.

Menos de 12 horas después de que se proclamase ganador a Trump, la Casa Blanca había suavizado su tono. Dijo que el presidente electo debe recibir los mismos informes de los servicios de inteligencia que recibe Obama diariamente.

Obama dijo alguna vez que Trump no estaba apto para acercarse a las armas nucleares, pero ahora la Casa Blanca afirma que las diferencias políticas son similares a las que siempre hubo entre los dos partidos y que nunca tuvieron consecuencias desastrosas para el país.


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