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Jue, Abr

Relación molesta

Editorial
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Estados Unidos está preocupación por la cercanía del gobierno del presidente Daniel Ortega con Rusia y la manera en que éste ha defendido la administración de su par venezolano Nicolás Maduro ante la Oea.

La declaración hecha por autoridades norteamericanas, afirma que le interesa la información relacionada con un presunto espionaje que podría estarse realizando desde territorio nicaragüense por medio de un satélite ruso instalado meses atrás.

La iniciativa de ley conocida como Nicaraguan Investment Conditionality Act, Nica of 2016, o llamada coloquialmente Nica Act, fue promovda por la congresista republicana de origen cubano Ileana Ros-Lehtinen junto a su colega demócrata, Albio Sires. Se trata de una iniciativa bipartidista que fue aprobada de forma expresa y por unanimidad, lo que ha generado asombro. Tras el visto bueno de la Cámara de Representantes ahora la iniciativa, que impone sanciones al gobierno de Ortega, por las violaciones a los derechos humanos, el retroceso de la democracia en Nicaragua y el desmantelamiento de un sistema de elecciones libres, debe ser ratificada por el Senado, para que se convierta en ley.

La cercanía de Managua con el Kremlin podría empujar la aprobación en el Congreso y Senado estadounidenses de una iniciativa de ley conocida como “Nica Act”, que permitiría que el gobierno de su país vete préstamos que otorgan organismos multilaterales como el Banco Mundial o Banco Interamericano de Desarrollo.

El Comité de Relaciones Exteriores del Congreso de Estados Unidos discutirá esta iniciativa; de aprobarse, metería en problemas económicos a Nicaragua y castigaría a funcionarios del gobierno del presidente Ortega involucrados en casos de corrupción.

Otro punto a considerar es la postura que ha tomado Nicaragua en la Organización de Estados Americanos en defensa de Venezuela. Eso también influye porque Nicaragua ha estado hablando incluso más fuerte que la misma Venezuela en favor de Venezuela. Es normal que un país lo haga para sí mismo, pero no que otro lo haga y eso sumado a los otros elementos puede determinar.

Esta relación no es nueva; ambos países, tan lejos geográficamente hablando y tan distintos desde el punto de vista cultural y económico, se acoplaron y participan de una visión política del mundo desde hace varias la décadas, más que todo desde que Daniel Ortega ha asumido el poder en diferentes periodos presidenciales y más durante el primer mandato de Ortega, de 1985 a 1990, en pleno apogeo de la Revolución Sandinista.

El contexto era la Guerra Fría y Estados Unidos decretó un embargo económico sobre Nicaragua, con lo cual la ayuda de Moscú –en dinero y en armamento– resultó fundamental para que la revolución se mantuviera con vida. Sin embargo, con la desintegración de la Unión Soviética y la llegada al poder, en el país centroamericano, de mandatarios como Violeta Barrios de Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños, los lazos entre Managua y Moscú se enfriaron. Para ser más precisos, quedaron congelados por un buen tiempo.

Pero ahora, nuevamente con Ortega en el poder, los lazos se volvieron a estrechar y son motivo de preocupación de las naciones vecinas que consideran que no hay transparencia en esa relación.


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