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Jue, Abr

Tensión constante

Editorial
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El cruce de palabras entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump y el presidente de Corea del Norte, Kim Jong, es cada vez más preocupante para el mundo, porque del cruce pueden llegar a una terrible realidad de enfrentamiento y muerte.

Ahora, el presiente Trump, sin quitar el dedo del renglón, advirtió al gobierno de Kim Jong, que guarde la compostura o de lo contrario estará en problemas como ningún país lo ha estado, e insinuó que su anterior amenaza acerca de que enfrentarían fuego y furia, no fue suficiente, dejando en su expresión contunde que si no fue lo suficientemente fuerte, eso no quiere decir que no habrá una reacción a una provocación.

Contraviniendo la tradicional mesura y diplomacia con la que los presidentes de Estados Unidos han hecho frente a problema de Corea del Norte, Trump se ha enfrascado en un combate verbal con el dirigente norcoreano, que ha mantiene en alerta a toda la comunidad internacional. Su aviso ha ofuscado al gobernante norcoreano, ya de por sí bastante gaseoso y volátil.

Con el tiempo Corea del Norte se ha distanciado gradualmente del movimiento comunista mundial y sigue al pie de la letra lo expresado Kim Jong-un actualmente Presidente del Partido del Trabajo de Corea y líder supremo de la República Popular Democrática de Corea; líder supremo después del funeral estatal de su padre el 28 de diciembre de 2011. Kim tiene los títulos de Secretario general del Partido del Trabajo de Corea, Presidente de la Comisión Militar Central, Presidente de la Comisión de Defensa Nacional, Comandante Supremo del Ejército del Pueblo Coreano y miembro del Presidium del Comité Permanente del Politburó del Partido de los Trabajadores de Corea. Es considerado por la mayoría de países, organizaciones y medios de comunicación del mundo como un dictador, aunque países, organizaciones y medios de comunicación prefieren referirse al mismo meramente como líder o por su rango de mariscal.

Aunque el equilibrio de tensión ha alcanzado un punto no visto nunca antes, muchos expertos dudan de que efectivamente vaya a desencadenarse un conflicto militar que no beneficiaría a ninguna de las partes. Para Corea del Norte una guerra contra Estados Unidos equivaldría a firmar su desaparición como país; para los norteamericanos supondría un gravísimo deterioro de las relaciones con sus aliados en Asia, fundamentalmente Japón y Corea del Sur, que serían quienes pagarían muy caro en vidas humanas el inicio de una contienda.

Después de que Corea del Norte informó sobre sus planes de atacar aguas cercanas a Guam, no se observó alguna acción dirigida a desatar un combate, a pesar de las intensas amenazas entre ambas naciones. Funcionarios estadounidenses dijeron que no había mayor movimiento en los activos de las fuerzas armadas en la región y tampoco había signos de que Pyongyang se estaba preparando para la guerra. Trump se negó a decir ante reporteros sí Estados Unidos está considerando un ataque militar preventivo, momentos antes de que se reuniera con sus principales asesores en materia de seguridad nacional en su campo de golf en Nueva Jersey; sin embargo insistió que Corea del Norte había estado saliéndose con la suya con una tragedia que no se puede permitir, acusando a sus predecesores de haber tomado medidas insuficientes y recalcó que era tiempo de que alguien encarara al país asiático.

Aunque las tensiones se han incrementado desde hace meses por las pruebas de misiles realizadas por Corea del Norte, el ritmo aceleró aún más cuando el Consejo de Seguridad de la Onu aprobó las nuevas sanciones que Trump había pedido. Las sanciones desataron una nueva ola de intensa retórica. En su última amenaza, Corea del Norte anunció un detallado plan para lanzar cuatro de sus misiles Hwasong-12 sobre Japón hasta aguas próximas a la pequeña isla de Guam, donde hay dos bases militares estadounidenses y una población de 160.000 personas.

El ejército norcoreano tendría listo el plan para mediados de agosto y luego esperarían las órdenes de su comandante en jefe. Tanto Japón como Corea del Sur, ambos aliados de Estados Unidos, prometieron una contundente reacción si Corea del Norte sigue adelante con su plan; sin embargo es raro que Pyongyang informe de un objetivo tan preciso para una acción militar. De todas formas, no hay señales de que Corea del Norte esté movilizando a su población para la guerra, ni que esté retirando a sus trabajadores de las fábricas o que emita una alerta al ejército.


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