El estrés hídrico

Editorial
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La dificultad de abastecer de agua potable a una población cada vez más demandante, un fenómeno conocido como estrés hídrico, ha comenzado a alertar paradójicamente a América Latina, uno de los reservorios más megadiversos del mundo. La situación más compleja, la viven en la actualidad países de la región como Argentina, Brasil, Chile, México y Perú, que han presentado episodios de alto desabastecimiento y enfrentan un panorama desalentador para 2040.

Latinoamérica es una región de alto riesgo a futuro. Esto porque hay un incremento de la demanda de agua, y riesgos en la oferta del líquido. Si bien América Latina es relativamente rica en agua, esta se distribuye de forma desigual, con muchas zonas que están en alto riesgo de enfrentar escasez de agua. En esa línea, proyecciones de organismos internacionales como la Onu indican que la demanda de agua, energía, y alimentos aumentará de forma significativa en las próximas décadas en América Latina, una de las regiones de mayor crecimiento poblacional en el mundo.

En particular, se han identificado que varias ciudades de la región enfrentan riesgos de abastecimiento de agua, especialmente en las temporadas de sequía, o bien en la época de lluvias cuando las crecientes e inundaciones afectan la calidad del líquido disponible. Unas 28 grandes ciudades en Latinoamérica tienen el riesgo de tener déficit de agua en la estación seca, entre las que se destaca centros urbanos como Lima, Sao Paulo, Río de Janeiro o Santiago. América Latina pasó de ser un continente rural a uno urbano. Más del 80 % es urbano. Las ciudades demandan mucha agua y no se está entregando de manera segura.

Para completar el panorama, la situación tiende a empeorar; se espera que para 2040 Perú y Chile formen parte del grupo de 33 países que enfrentarán estrés hídrico severo, junto a Estados Unidos, Sudáfrica, Australia, India y regiones como Medio Oriente o la costa norte de África. Esto significa que las empresas, las granjas y las comunidades en esos países, en particular, pueden ser más vulnerables a la escasez de lo que son hoy en día. En tanto, de acuerdo con el informe, países como Colombia, Venezuela, Bolivia, Paraguay, Uruguay y la región de Centroamérica hasta ahora no dan indicios de estrés hídrico, aunque pide políticas públicas para vencer las condiciones que lo producen.

Este fenómeno de desabastecimiento tiene múltiples factores: el principal es la deforestación o el cambio de uso del suelo en las áreas de recarga hídrica. Al momento de perder la vegetación, se inician procesos erosivos ya que el agua no puede infiltrarse y por el contrario arrastra el suelo y actividades agropecuarias con malas prácticas, la minería o la construcción en áreas de recarga hídrica, generan menor disponibilidad y estrés.

Otro factor importante, es la falta de tratamiento de los vertimientos, ya que se puede contar con suficiente volumen de agua, pero no en la calidad para su uso. En el caso de América Latina, uno de los principales inconvenientes es la contaminación del recurso hídrico superficial y subterráneo, por el mal manejo de las aguas residuales y es más costoso tener que restaurar, que conservar las áreas que de manera natural.

Otra situación que no ayuda a Latinoamérica es el hecho de que también se calcula que cerca del 50 % del agua disponible en la región se concentra en la cuenca del Amazonas, mientras que cerca de 125 millones de personas, 23 %, vive hoy en cuencas donde existen problemas de escasez.

Para vencer el estrés hídrico, es necesario promover políticas y medidas para reducir la demanda de agua; esto incluye buscar eficiencias en el uso de agua. Un sector muy importante para trabajar en esto es el sector agrícola, que es responsable del 70 % del consumo de agua en la región. Adicionalmente, hay que trabajar en reducir el consumo de agua en el sector doméstico e industrial, este último uno de los que más impacto tiene en la disponibilidad del recurso.

Otro tema importante a considerar es el riesgo creciente que enfrenta la región derivado del cambio climático. Este se manifiesta en sequías prolongadas, como el caso reciente de Sao Paulo, así como de la presencia de lluvias extremas y otros fenómenos que aumentan la vulnerabilidad de las personas en todo el mundo.