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Jue, Mar

El dilema Catalán

Editorial
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El problema de las listas independentistas que concurrieron a las elecciones catalanas del pasado 21 de diciembre está a punto de llegar a punto álgido. Y es que no hay un presidenciable claro cuando falta una escasa semana para que se constituya el nuevo Parlamento.

Los dos principales cabeza de lista estarán ausentes: el expresidente Carles Puigdemont (Junts per Catalunya) se halla en Bruselas, con una orden de detención pendiente en España, y el ex vicepresidente Oriol Junqueras (Esquerra Republicana de Catalunya) lleva más de dos meses en prisión preventiva por su implicación en la declaración unilateral de independencia del 27 de octubre del 2017.

La semana pasada, la sala de apelaciones del Tribunal Supremo ratificó que Junqueras debía seguir en la cárcel madrileña de Estremera. Esto descartó al líder republicano como posible alternativa a Puigdemont, que será detenido, y posiblemente encarcelado, cuando ponga un pie en España.

Así las cosas, se han alzado de nuevo las voces de quienes consideran que el único candidato posible es el expresidente, dado que Junts per Catalunya obtuvo 34 y diputados y Esquerra 32.

Pero, ¿cómo hacer presidente a una persona que no puede pisar el territorio español sin ser detenido? Esta es la gran pregunta y, por el momento, se han presentado dos opciones: que delegue su participación en el debate de investidura o que tome parte telemáticamente.

La segunda opción parece ser la más popular entre los independentistas. En caso de ser votado presidente, Puigdemont se ha comprometido a emprender el camino de vuelta a España, eso sí, siempre que el Estado le dé “garantías” de que se respetarán sus derechos.

El planteamiento de la votación telemática es simple, pero su ejecución no. En primer lugar, nos encontramos con la inconcreción del reglamento del Parlamento, que regula el proceso de investidura en su artículo 146. El texto en ningún momento explicita que el presidenciable deba estar presente físicamente, pero tampoco menciona cómo se tendría que efectuar una investidura a distancia.

¿Cómo presentaría el candidato su programa? ¿Lo delegaría? En tal caso, ¿quién respondería las interpelaciones de la oposición?

La falta de concreción en el reglamento deja la pelota de la investidura telemática sobre la Mesa del Parlament, el órgano que se encarga de ordenar la actividad parlamentaria e interpretar el reglamento de la cámara.

Hay siete sillones y la artimética electoral, con mayoría absoluta de los independentistas, indicaría que la mayor parte de los miembros de este organismo también tendrían que ser partidarios de esta opción. Además, hay un acuerdo entre Junts per Catalunya y Esquerra para que así sea. La idea sería: dos asientos para Junts, dos para Esquerra, dos para Ciudadanos y uno para los socialistas.

Sin embargo, la operación se complica por la situación personal de ocho de los diputados independentistas, que no podrían acudir a la sesión constitutiva de la cámara, programada para el próximo 17 de enero, por estar en Bruselas o en prisión.

Su ausencia dejaría al independentismo con 62 votos frente a los 57 del bloque formado por Ciudadanos, Partit dels Socialistes de Catalunya y Partido Popular. La llave, entonces, la tendrían los ocho diputados de los ‘comunes’, que serían los que decantarían la balanza. A cambio, podrían pedir que les cedieran un asiento en la Mesa.

Hay que tener en cuenta que Catalunya en Comú-Podem, los ‘comunes’, es un partido de izquierda catalanista que siempre se ha desmarcado de la vía unilateral. Así pues, si una de las formaciones independentistas le cediera un sillón -presumiblemente Esquerra-, los partidarios de la secesión perderían la mayoría y dependerían de sus nuevos aliados cada vez que se tuviera que tomar una decisión en la Mesa.

La otra opción, si no les dan voz en este órgano, es que los ‘comunes’ decanten esta votación en la cámara catalana a favor del otro bloque, con lo que el control de la Mesa y la presidencia del Parlament quedaría en manos de Ciudadanos, la formación no secesionista que ganó por número de votos y escaños en las elecciones autonómicas.

Entonces, este órgano rechazaría tajantemente la investidura telemática, Puigdemont no podría ser presidente y el independentismo tendría que buscar a contrarreloj un nuevo candidato.


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