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Jue, Abr

Una relación de vecinos marcada por desavenencias

Editorial
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Ecuador y Colombia comparten un pasado fundacional, una frontera de más de 700 kilómetros y unas relaciones bilaterales que se caracterizan por la corrección política, pero que ineludiblemente se han visto marcadas por el conflicto armado en suelo colombiano y sus coletazos en el ecuatoriano.

Los últimos acontecimientos en la parte occidental de la frontera que comparten los dos países, a los que se sumó el anuncio esta semana de que Ecuador dejaba de albergar las conversaciones de paz que mantiene el Gobierno colombiano con el Eln, ponen de relieve la complejidad de una relación que mantienen con altibajos estos vecinos.

Las relaciones bilaterales están estabilizadas y son buenas, pero Ecuador no es ajeno a cuestiones que afectan a las relaciones bilaterales ya que el Gobierno ecuatoriano es consciente de que las elecciones presidenciales del próximo 27 de mayo, afectan a Colombia y la labor que realiza en torno al conflicto fronterizo, pero lamentó que esas circunstancias tienen una repercusión en Ecuador, sin olvidar que es el que paga los platos rotos.

Ecuador ha sido recientemente golpeado por el narcoterrorismo con la muerte de cuatro militares en ataques con explosivos; el secuestro y asesinato de tres trabajadores de un diario local y el reciente rapto de otros dos civiles, que las autoridades atribuyen a una facción disidente de las Farc liderada por alias “Guacho”. Este grupo, se dedica principalmente al narcotráfico, opera en la provincia noroccidental de Esmeraldas y en el colindante departamento de Nariño, que alberga la mayor cantidad de plantaciones de coca de ese país.

Los lazos que mantienen en distintos ámbitos Colombia y Ecuador han permitido que esta semana sus respectivos cancilleres acudieran conjuntamente a la Oea para plantear su preocupación por la situación en la línea divisoria común, lo que no impide, sin embargo, que se produzcan algunos elementos de tensión. Eso no evita que Ecuador no esté totalmente satisfecho con la actuación de Colombia, es una cuestión de continuo. Hay una constante referencia aquí de la ausencia del Estado de Colombia en la zona de frontera y no solo militar.

La ausencia histórica en la zona de demarcación no ha sido únicamente colombiana, sino que “durante años se generó una situación de tolerancia y de hacer la vista gorda ante la presencia de los guerrilleros.
Bajo el Gobierno de Rafael Correa, 2007-2017, hubo un acuerdo tácito o espacio de tolerancia para no permitir que se controlara la frontera, bajo el argumento de que ahí no había cultivos ni acciones militares. Y cuando se llegó al acuerdo de paz de 2016 con las Farc, la situación cambia porque ya no es una fuerza insurreccional, sino una guerrilla de delincuentes al servicio de los narcos.

La última espiral se precipitó precisamente con la actuación de fuerzas de seguridad contra esos grupos bajo el actual Ejecutivo de Lenín Moreno.
Hoy en día la relación entre los Gobiernos no es mala y no hay un enfrentamiento de posiciones, pero el desencuentro puede venir del hecho de que ninguno de los dos países tiene control pleno de su territorio.


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