Denuncias para depurar el Congreso

Editorial
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Un movimiento de repudio ciudadano inédito en Paraguay, los escraches a políticos procesados, ha logrado lo no hecho por la Justicia o por la maquinaria partidaria: la renuncia de dos legisladores oficialistas investigados y que seguían ocupando su escaño.

La expresión ciudadana, sin color partidario y a la que se han sumado referentes de la Iglesia y de movimientos sociales, apunta además a expulsar del Congreso a otros ocho parlamentarios con causas abiertas en la Justicia.

Desde algunos ámbitos se habla de un despertar popular surgido de la constatación de que las cúpulas de los partidos no apuestan por la depuración de representantes que, pese a estar procesados, siguen en la primera fila de la política y con asiento en el Congreso.

Era el caso de las dos “víctimas” de los escraches: el diputado José María Ibáñez y el senador Óscar González Daher, ambos del gobernante Partido Colorado, imputados en la anterior legislatura y elegidos en los comicios de abril.

En el anterior periodo, Ibáñez reconoció un delito de corrupción en el caso de los “caseros de oro”, referido a que pagaba a cada uno de los tres cuidadores de una propiedad suya 435 dólares a través del Congreso. Ibáñez reconoció los hechos y propuso donar 34.800 dólares a varios hospitales públicos, a lo que la Fiscalía no puso obstáculos y con ello se libró de una pena de entre cinco y siete años de cárcel por estafa.

Tras su elección en abril, grupos de ciudadanos se concentraron durante varias noches frente a su domicilio, en Asunción, para exigir su renuncia.
Sus colegas de la Cámara de Diputados le ofrecieron un salvavidas en una sesión en la que se trató su pérdida de investidura, que no prosperó gracias a una mayoría de abstenciones en la votación.

Pero los escraches continuaron y a principios de agosto presentó su renuncia acosado por esa presión social. Con esa “victoria”, celebrada por una multitud de personas frente al Congreso, los organizadores del repudio marcaron su siguiente objetivo: González Daher, un histórico del coloradismo y aliado del expresidente Horacio Cartes.

González Daher había sido despojado de su investidura el pasado diciembre por una mayoría de senadores, tras la divulgación de unos audios que destaparon un escándalo de tráfico de influencias desde su condición de miembro del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, Jem. Las grabaciones, difundidas por los medios, mostraban un esquema de presión a jueces para obtener resoluciones favorables en diversos litigios, llevando la voz cantante Raúl Fernández, secretario del Jem y también imputado.

Pese a ese bagaje, González Daher fue elegido en abril tras ser incluido en la lista al Senado por el Partido Colorado, pero al caer Ibáñez los escraches se desplazaron frente a su domicilio. Y se intensificaron a finales de agosto con la investigación abierta por la Fiscalía por un presunto delito de enriquecimiento ilícito que todavía prosigue e involucra a dos de sus hijos.

En ese contexto, el senador perdió el apoyo que contaba en su partido, con lo que esta semana presentó su renuncia, después de 22 días de ruidosos actos de repudio. Con dos parlamentarios fuera de juego, los grupos ciudadanos iniciaron escraches al senador Jorge Oviedo, presidente del conservador y minoritario partido Unace.

Oviedo está imputado en el mismo caso de los audios filtrados del Jem, y en diciembre renunció a su escaño tras pedir a sus colegas en la Cámara Alta que no lo sometieran al proceso de desafuero que tuvo González Daher.

Ello no le impidió presentarse como senador en abril, aunque esta semana, tras la renuncia de González Daher, anunció a los medios que tomaría la misma decisión en los próximos días. Consecuencia de unos escraches que han tenido efectos colaterales en el Congreso, que esta semana derogó la ley conocida como del autoblindaje parlamentario, que aumentaba a una mayoría absoluta de dos tercios el número de votos necesarios para la pérdida de investidura de un congresista.

El nuevo presidente paraguayo, Mario Abdo Benítez, ya ha asegurado que promulgará la derogación, además de saludar los vientos de cambio que han supuesto los escraches.