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Vie, Mar

¡Basta ya!

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cesar Arismendy Morales

Cesar Arismendy Morales

Columna: Reflexiones

e-mail: cesaridys@hotmail.com

Economista de la Universidad de los Andes y Licenciado en Ciencia Sociales de la Universidad Distrital de Bogotá. Cursó estudios de Planificación del Desarrollo Rural y Urbano en la Universidad de los Andes y en el Instituto de Estudios Sociales de La Haya Holanda. Igualmente estudios de maestría en Desarrollo Regional en la Universidad de los Andes y cursos de Ciencias Políticas en la Universidad de Minnesota - Estados Unidos.



La crisis humanitaria por cual está pasando La Guajira debido a los desabastecimientos de alimentos en la zona fronteriza de Uribia y Maicao, nos está de nuevo evidenciando y recordando las históricas respuestas puntuales, desarticuladas, espasmódicas y paliativas que tiene la nación en el departamento.

Las reuniones, grupos y mesas de trabajo que se han convocado sobre la emergencia en donde participan los funcionarios nacionales, no han servido para sensibilizarlos frente a la realidad de la región como frontera norte del país. En ellos ha sucedido todo lo contrario, solo les han permitido reforzar el concepto de La Guajira como la pesadilla del centro de la nación, que no ven en medio de la crisis la posibilidad de legitimación, sino la continuidad de la persistente e infructuosa tarea de incorporarnos una concepción unidimensional de modernidad y colombianidad.

Frente a esta situación, durante todos estos días he recordado el grito de combate que acuñaron el poeta Miguel Ángel López Hernández y el sacrificado Luis Socarrás, plasmado en Guajira ¡Keraasü Joolu’u! (¡Basta ya!).

Muy a pesar de que las situaciones de emergencia se pueden prever, y que la nación dispone de un órgano especializado de gestión del riesgo y desastres, hasta ahora la ayuda humanitaria de nivel regional ha sido superior a la nacional. Por los comportamientos que veo desde el interior de la actual coyuntura, es necesario decirlo desde ya, que si no se opera con mayor disposición y diligencia, esto se puede salir de control y desembocar en una catástrofe humanitaria. En el escenario tendencial no se están considerando la continuidad de la situación política en Venezuela, la precaria accesibilidad a las zonas de mayor impacto, la baja integración con el resto del territorio y las debilidades institucionales del departamento que se generan por los impactos del nuevo sistema de regalías.

De la coyuntura hay que abordar el mediano y largo plazo, y ello pasa por la necesidad de liderar un proceso de incorporación de La Guajira a la economía y al territorio nacional, estructurando una visión de futuro. Eso implica generar un diálogo para la implementación de mecanismos transformadores en torno a la realidad del departamento, según su caracterización geográfica, poblacional, social, económica, ambiental y cultural.

Igualmente, construir y compartir un espacio que permita discutir el contexto histórico de la región, sus actuales problemáticas y concretar con el gobierno nacional los compromisos que en materia de inversión se han venido priorizando para la región y sus municipios, es decir, lograr mas Estado, mas mercado para una mayor integración interna y ejercicio de la soberanía nacional.

Más Estado, ya que en La Guajira existe una baja presencia institucional de la nación y acompañar al departamento en la mitigación de la crisis social y sostenibilidad fiscal a que se ha visto abocada con el nuevo sistema de regalías.

Mas Estado, implica cumplir con el Acuerdo para la Prosperidad del mes de agosto de 2010 realizado en Riohacha, en donde el presidente nos reiteró que el departamento debe ser objeto de una intervención especial por sus altos niveles de pobreza, situación que requería iniciar un programa de erradicación de la pobreza extrema, encaminado a intervenir las necesidades de empleo e ingreso, salud, educación, nutrición, agua potable y habitabilidad.

Más mercado, a partir de la creación de oportunidades como departamento de frontera con servicios logísticos, zona franca y agro negocios desde la represa del Ranchería. Generar la debida seguridad para el aprovisionamiento de energía haciendo de manera definitiva el cerramiento del anillo eléctrico Maicao – Riohacha, que tiene un valor de $ 68 mil millones.

Es inadmisible que el pleno siglo XXI, el cabezote de la península este más integrado al Estado Zulia (República de Venezuela) que al país. La crisis humanitaria que hoy viven más de 140 mil personas de la etnia wayuu por desabastecimiento de alimentos es la consecuencia. Así las cosas, necesitamos con urgencia que se ponga en marcha el proyecto de carretera de la soberanía que une a Uribia – La Alta Guajira – Maicao.



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