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Vie, Abr

El reino animal y desnutrición entre los wayuu

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cesar Arismendy Morales

Cesar Arismendy Morales

Columna: Reflexiones

e-mail: cesaridys@hotmail.com

Economista de la Universidad de los Andes y Licenciado en Ciencia Sociales de la Universidad Distrital de Bogotá. Cursó estudios de Planificación del Desarrollo Rural y Urbano en la Universidad de los Andes y en el Instituto de Estudios Sociales de La Haya Holanda. Igualmente estudios de maestría en Desarrollo Regional en la Universidad de los Andes y cursos de Ciencias Políticas en la Universidad de Minnesota - Estados Unidos.



En conversaciones con el antropólogo Weildler Guerra Curvelo, después de tocar y hacer balances sobre los obstáculos del desarrollo guajiro, nos concentramos en el trabajo que realiza para la obtención de su doctorado en La Universidad de Los Andes. Es obligante o casi imposible sacarle el cuerpo a una reflexión en torno de la valoración que establecen los wayuu con lo no humano, es decir, con el mundo de las plantas y de los animales.

Recientemente concurrí a un velorio wayuu y para estar aprendiendo de lo que veía, de manera desprevenida tomé el libro "Farmacopea Guajira. Cosmovisión y usos de las plantas medicinales por los wayuu" de Jairo Rosado Vega, docente de La Universidad de La Guajira. Ya en la ranchería, con tranquilidad me introduje en sus páginas. En sus párrafos pude entender directamente el universo de creencias sobre la medicina que aún mantiene esta etnia y que nosotros como funcionarios al servicio del Estado nunca vemos o asumimos para el establecimiento de políticas públicas en salud.
Por estos días el tema de la desnutrición ha estado presente en las agendas de los gobernantes. La gran cantidad de niños menores de cinco años que se han muerto por hambre en el departamento, nos está indicando que algo estamos haciendo mal y que nos conmina a cambiar de rumbo. Para ello, es necesario conocer, entender, sacar conclusiones e inferir sobre la dinámica del comportamiento de los wayuu ante un problema que nos afecta a todos.

Los wayuu son conscientes de sus usuales relaciones con lo no humano, su máximo nivel se logra en el ámbito de la muerte. Una inmediata conexión se puede establecer a través del mundo de las enfermedades, las cuales se identifican como Ayuulee (benignas) y Wanülüü (malignas). También existen otros tipos de enfermedades que afectan a los niños llamadas Pulajuwaa, que son provocadas por animales que corresponden a Kapulainsu o contaminantes. Por esa misma relación, recurren primero al Ouutü (piache) que al médico. Lo no humano debe ser explicado de manera prioritaria, a partir de invocar el espíritu del animal que ha afectado al niño enfermo y de manera inmediata demandar con vehemencia su cura.
Los wayuu asocian las enfermedades de los niños con el comportamiento de los animales. Dentro de los contaminadores encontramos a las aves, crustáceos, insectos, mamíferos, peces y reptiles. En lo que tiene que ver con la desnutrición y el hambre, sus manifestaciones se asocian a la del rey zamuro, iguana, burro y otros más.

Que bueno sería poder entender y estructurar este comportamiento, en donde el libro del profesor Rosado se aproxima a la epidermis del problema. Necesitamos profundizar en ello para intervenir la desnutrición desde lo propio, ajustando los conceptos y modelos que se aplican de la medicina occidental en nuestros hospitales.
La atención en salud desde lo tradicional está reconocida en la ley, por lo tanto, las EPS e IPS tienen que jugar un papel determinante desde las intervenciones colectivas que realizan.

En estas condiciones, es necesario decirle a Weildler Guerra que requerimos rápidamente el resultado de sus investigaciones en este campo. Sus aportaciones resultan ser claves para resolver el entramado de la desnutrición, en donde la distribución de alimentos y la atención médica no bastan. Igualmente, recomendar el texto de farmacopea entre los wayuu, el cual debería ser de consulta permanente en la atención y promoción de la salud, para que los encargados de las actividades comunitarias puedan tener acceso al conocimiento tradicional y explicarse los entornos culturales que requieren enfoques diferenciales, corrigiendo así lo que siempre se ha estado haciendo mal.



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