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Mar, Abr

No es un acuerdo de paz

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Escrito por:

Carlos Holmes Trujillo

Carlos Holmes Trujillo

Columna: Opinión

e-mail: carlosholmes51@icloud.com


Lo primero que deben tener claro los colombianos es la materia sobre la cual se van a pronunciar el próximo 2 de octubre.

Poco ayudan en ese propósito los mensajes publicitarios que se están escuchando y leyendo en los distintos medios de comunicación, unos dizque para informar sobre los acuerdos por parte del Gobierno, y otros para promocionar la opción a favor del sí.

Promover democráticamente la alternativa que se prefiera es legítimo.

Para eso existe el sistema que se basa en la idea de que el pueblo toma las decisiones, gracias a que es el soberano.

Pero, desorientar es malo para el país.

Eso es lo que está sucediendo en el momento actual, cuando se le habla a la gente de los beneficios del acuerdo de paz, de los ríos de leche y miel que correrán a raíz del acuerdo de paz, y de los años idílicos que viviremos en virtud de la vigencia del acuerdo de paz.

Lo primero que hay que aclarar, es que en La Habana no se negoció un acuerdo de paz y que en el plebiscito no se va a votar sí o no a un acuerdo de paz.

El presidente Santos y Timochenko resolvieron buscar en Cuba un acuerdo para la “terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”.


Esto significa que la firma de lo acordado no implica el advenimiento de la paz.

Desde el punto de vista de los negociadores, querría decir que termina el conflicto.

De otro lado, los voceros de una y otra parte determinaron que la sola suscripción de lo convenido le daría inicio a la etapa que ellos llamarían del post conflicto.

No, de conformidad con los documentos que se conocen, debe entenderse que el día de dicha suscripción se iniciaría el proceso así denominado, que concluiría cuando se haya cumplido todo lo acordado.

En consecuencia, los colombianos van a acudir a las urnas el próximo 2 de octubre para decidir si aprueban los acuerdos, si los rechazan o si le dan al Presidente el mandato de reorientarlos.

Más aún, sufragarán para determinar si quieren que se inicie el proceso de fin del conflicto, si desean que no empiece con base en lo acordado hasta el momento, o si disponen que se renegocien los acuerdos primero.

Razón tuvo la Corte Constitucional cuando prescribió que la materia del pronunciamiento popular en el plebiscito es el acuerdo entre el presidente Santos y Timochenko, no la paz.

Y cuando decidió que la pregunta debía ser neutral y no inducir al elector.

Infortunadamente, la decisión que tomó el alto tribunal constitucional no ha sido escuchada.

Su sentencia se está desconociendo, y todo se dirige a conseguir que sea la ilusión, irreal en las circunstancias actuales, de lograr la paz, no la bondad o peligros del acuerdo con las Farc, lo que incida en la decisión de los ciudadanos.

Ya que no es un “acuerdo de paz”, lo que le conviene a Colombia es darle un mandato al Jefe del Estado de renegociar lo acordado votando a favor del no.


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