Tras casi 7 años de Gobierno Santos está de moda hablar de corrupción como si fuera algo nuevo. Pongámonos a hablar entonces del tema de moda sentando la base de la discusión: Primero, aclaremos una cosa: la corrupción no es culpa de nuestros representantes políticos, ellos actúan a imagen y semejanza de lo que es nuestra sociedad, llena de hampones.
Así que no venga el Presidente Santos a decirnos que durante su Gobierno la corrupción no ha existido porque cuando sus amigotes extrañamente se enriquecen mediante la contratación estatal, eso también se llama corrupción. Esto es un mal de todos los Gobiernos, tanto locales como nacionales.
Hablando de los amigotes de Santos, ¿conocen el caso de Felipe Jaramillo? Una píldora para la memoria: Jaramillo, mejor amigo de Santos, vendedor de armas, ha obtenido en varias oportunidades contratos de suministro de armas con las Fuerzas Armadas.
Lo sorprendente es que los negocios de Jaramillo pasaron curiosamente de ser lucrativos para convertirse en multimillonarios a partir del 2006, año en el que paradójicamente Santos asumió como Ministro de Defensa. Los ingresos operacionales de Helicentro, una de sus tantas sociedades, crecieron en un 318% si comparamos con los periodos 1996-2006 y 2006-2011, subiendo sus utilidades en un 400%.
Otro de sus negocios, la sociedad Alfonso Jaramillo y Cía., aumentó en 324% sus ingresos en los mismos periodos comparativos, acrecentando en 1464% sus utilidades.
¿Extraña coincidencia?
Tercero, que Santos esté hoy alegando que las campañas políticas se deban financiar con 100% de recursos públicos con el fin de bajar los niveles de corrupción es verdaderamente cínico, y más a sabiendas que él ha sido el Presidente que más ha aprovechado los recursos del Estado para reelegirse y mantener su mayoría parlamentaria; este es el Gobierno mediante el cual se institucionalizó el concepto de “mermelada”, ¿no? Cuarto, más allá que el problema real sea la impunidad en torno a la corrupción, porque la misma justicia es corrupta, no podemos olvidar que vivimos en un narco-Estado donde todo es negociable: las sentencias, la Constitución, las noticias, las muertes, etc.
El mejor ejemplo de esto: el proceso de La Habana. Colombia es la 39ª economía del mundo pero es la 14ª en el tamaño de su sector ilícito y entre las cinco primeras si comparamos la economía ilegal con el PIB oficial. Esta es la base, ahora sí comencemos con la discusión.