Por quién dobla la Campana (Bell)

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com


En la columna publicada por El Informador el 11 de diciembre de 2017, expresé mi preocupación por el retiro de Juan Camilo Restrepo como jefe del equipo negociador con el ELN, ya que lo consideré un mal augurio. Manifesté serias dudas sobre la voluntad de paz del ELN, y aduje las razones que me hacían creerlo.

Confieso, que es una de esas columna que se escriben con la esperanza de estar totalmente equivocado, pero al momento de escribir estas líneas, 11 de enero, las múltiples acciones terroristas del ELN parecen darme la razón. No creo en la voluntad de paz del ELN y por esto me he opuesto al cese bilateral. Lo violaron varias veces. Así que el decir que las acciones violentas del 10 de enero se dieron porque se acabó la tregua es falaz. Si tuvieran voluntad de paz habrían respetado la tregua en todo momento, y al llegar esta a su terminación –a pesar de las violaciones de parte de ellos- hubieran hecho esfuerzos para mantenerla. Los esfuerzos que esperaba el pueblo colombiano no podían ser diferentes a gestos de paz concretos y respeto a la población civil y a los recursos naturales.

Los actos cobardes de la semana pasada fueron premeditados y preparados con bastante anticipación. Era claro que estos terroristas no tenían la menor intención de prorrogar el cese bilateral, que dicho sea de paso era obligatorio solo para el gobierno. Tenían planeada una demostración de fuerza para intimidar a los colombianos.

Sigo pensando que el gobierno debe pararse de la mesa sin dilaciones e iniciar acciones militares encaminadas a borrar al ELN de la faz de la tierra. La culebra se mata por la cabeza, y deben hacerse todos los esfuerzos para dar de baja o apresar a los cabecillas de este grupo terrorista.

Algunos quieren convencernos de que estamos frente a un impase normal en este tipo de negociaciones, y que no por esto deben detenerse. Yo estaría de acuerdo con este planteamiento, pero solo cuando vea resultados efectivos de una campaña militar en los términos expresados. Cuando algunos cabecillas sean mostrados al pueblo colombiano dentro de unas bolsas negras, tal vez los terroristas acepten la necesidad de negociar por lo menos para preservar la vida. Dejemos de perder el tiempo con la farsa de Quito.

El Nobel de Paz de Santos no puede convertirse en una castración química de facto, que mantiene pegado a Santos a una mesa de negociación que no va para ningún lado. Antes que Nobel es presidente de Colombia ¿Acaso tenemos que recordarle al Presidente de la República cuál es su deber constitucional? Las declaraciones de Gustavo Bell muestran que el gobierno si lo entiende. ¿Entonces?

Basta ya de tanta puerilidad y falta de criterio. La mayoría de los colombianos rechazamos cualquier negociación con el ELN y no porque queramos la guerra o estemos traumatizados sino porque este grupo terrorista no tiene voluntad de paz y porque ya aprendimos la lección de El Caguán. No vamos a caer nuevamente en la trampa.

Aún el presidente está a tiempo de corregir el rumbo y hacer lo correcto. Hay que resistir la presión de los garantes de este proceso, que no pueden obligar a los colombianos a seguir negociando quimeras. Sería bueno que Gustavo Bell, persona seria y estructurada, analice bien la situación y no se deje usar. Las declaraciones que dio, o por lo menos los apartes que leí en varios medios, no me dejan claro si tienen la intención de firmar el acuerdo definitivo antes del 7 de agosto. Insisto en que Santos debe abstenerse de firmar nada definitivo con el ELN, y esto lo digo porque entiendo que Santos no se va a levantar de la mesa y va a continuar con la pantomima del cese bilateral, que de hecho hace más frágil el proceso por las condiciones en que se está dando. 

Cruzo los dedos para que la mala fe del ELN o convenza a Santos finalmente de terminar la negociación, o la dilate lo suficiente como para que Santos no tenga tiempo de firmar nada. Sería injusto dejarle al presidente entrante semejante Frankenstein. Eso simplemente no se hace.