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Sáb, Abr

Tres caminos, un destino

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alonso Amador

Alonso Amador

Columna: Opinión

e-mail: alonsoamador26@gmail.com


 ¿Qué esfuerzos políticos y cívicos estamos dispuestos a hacer los ciudadanos de esta generación por el bien de nuestro barrio, localidad, ciudad, departamento, región o país? Es una pregunta apenas oportuna para conmemorar con una justa reflexión uno de los hechos políticos más importantes en nuestra historia republicana: la Batalla de Boyacá. 
 La principal reflexión recae sobre la errada visión que tienen muchos colombianos de la política, y es creer que se puede llevar una vida en sociedad desconectada de la política. Hay tres formas de incurrir en este error. La primera y más evidente es aquella en la que el ciudadano manifiesta que simplemente no le gusta la política. 

La segunda surge por el hecho de que el ciudadano se siente hastiado de ver tanta corrupción, tanta ilegalidad desde el más alto hasta el más bajo de los niveles del poder político, es decir, desde un congresista hasta un miembro de una junta de acción comunal. En este caso, el ciudadano termina creyendo que todo político actuará de la misma manera, en síntesis: todos son lo mismo. Esta creencia conduce a un estado pasivo en el que el ciudadano cree que nada va a cambiar, que nada se puede hacer. La tercera manera de creer que se puede estar exento de la política es todavía más preocupante y propia de las generaciones contemporáneas.

Consiste en aquella parte de la sociedad que identifica el problema que enfrenta su barrio, su ciudad o el país; llega incluso a proponer soluciones acertadas, pero se quedan ahí, en la contemplación de la situación y en la mera sugerencia de alternativas para mejorar las condiciones. En este rango de la sociedad entran desde ciudadanos de buen sentido común sobre la política hasta los más estudiados, y esta es la razón que suscita preocupación, pues si los que más se capacitan, los ciudadanos que más analizan y opinan sobre las diferentes situaciones sociales, económicas y políticas no son capaces de organizarse para actuar y mejorarlas, ¿quién lo hace? Esta es quizás la razón por la cual hay tan malos gobernantes, pues éstos sí actúan, para mal, pero lo hacen. 

Podrán saber mucho sobre lo que está pasando con la política en todas las capas del poder y quedarse en el pensar y repensar, en el proponer para que otros hagan porque participar creen no corresponderles; o sentirse cansados de los mismos en las instancias de gobierno; o bien declararse como parte de esa especie humana a la que ni ápice de política le toca. Por cualquiera de las tres vías se llega al mismo destino: una sociedad desconectada de la acción política, que de manera consciente o inconsciente entrega el poder a quienes, paradójicamente, considera responsables de los males en su barrio, su ciudad, su país. Y así abundan acuciosos en redes, en los salones de clases, en diferentes espacios de tertulia, entablando los más interesantes debates sobre las problemáticas importantes en nuestros territorios, en el mejor de los casos.


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