Agua para Santa Marta

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Escrito por:

Gustavo Moreno Montalvo

Gustavo Moreno Montalvo

Columna: Registro

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El crecimiento de Santa Marta ha sido rápido. Fue decisivo el desplazamiento de la cuarta parte de su población actual, proveniente de otros sitios impulsada por la violencia de fuerzas oscuras presentes en la región. Esta circunstancia se refleja en más de sesenta por ciento de informalidad en la población económicamente activa.La infraestructura para potabilizar, distribuir, recoger y tratar aguas residuales no atiende en forma adecuada las necesidades de la población. Para abordar el asunto la Financiera de Desarrollo Territorial, agencia del gobierno central, contrató a la Universidad de los Andes, que presentó hace tres años su propuesta de plan de acción en tres fases. La primera, ya ejecutada, consistió en aumentar en forma significativa el número de pozos; la segunda es aprovechar las aguas de los ríos Toribio y Córdoba que Ciénaga no requiera; la tercera y definitiva sería traer el agua del río Magdalena. 

Transportar agua mediante bombeo a grandes distancias es costoso, y se reflejaría en la tarifa, aunque no de manera plena, porque más de 80% de los usuarios tienen el beneficio de los subsidios a los estratos 1, 2 y 3. Además requiere inversión del gobierno central por alrededor de un billón de pesos e inversión distrital por una cifra similar. Estas platas no están disponibles, y el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, que alimentó expectativas, se lavó las manos de todo compromiso en forma lacónica unos días antes de entregar el solio de Bolívar, con el argumento de que falta información importante. Así las cosas, el nuevo gobierno nacional deberá estudiar el asunto y revisar los estudios. Puede pasar mucho más tiempo, a menos que la comunidad impulse la solución natural: aprovechar las ventajas comparativas naturales del Distrito para insertar a Santa Marta en las grandes corrientes del turismo internacional, actividad que ha crecido a tasa de dos dígitos en los últimos años. Se necesita alinear voluntades en el ámbito del sector privado y concertar estrategia con la administración distrital en materia de servicios de hotelería y turismo, biligüismo, infraestructura para transporte dentro de la ciudad y en los sitios de interés y, por supuesto, provisión de agua. El segmento del mercado al cual se debe orientar la estrategia sería el turismo conciente: no se trata de competir con las playas de la República Dominicana, sino de compartir con el mundo de manera ordenada las maravillas del entorno de Santa Marta.

Volver a Santa Marta una comunidad próspera es condición necesaria para contar con el dinero que permitirá resolver de manera definitiva las limitaciones en suministro de agua. Más allá del corto plazo, mantener la prosperidad traerá otros retos: pese a la problemática económica, la diferencia con otras poblaciones de Magdalena y Guajira será motivo de atracción para más personas en busca de solución a sus necesidades. Además no conviene construir dependencia exclusiva del turismo, porque esa actividad tiene ciclos, y se reduce de manera marcada cuando no crece la economía mundial. Por consiguiente, en el núcleo de la estrategia de largo plazo debe estar la mejora en la calidad de la educación básica: Santa Marta solo supera a Quibdó entre las capitales de departamento en las pruebas Saber pero su avance es más lento, por lo cual podría caer al último puesto.

Por supuesto que traer el agua del Magdalena no es la única posibilidad: no quedó claro por qué se desechó traerla del río Guachaca, opción que lleva más de dos décadas en consideración; la tecnología hoy permite ejecutar las obras correspondientes sin perturbación significativa en la superficie. Lo cierto es que se necesita tomar decisiones y actuar con rapidez y profesionalismo.