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Jue, Abr

Hoy la Iglesia celebra a María como Reina de los Cielos

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El título de Reina de los Cielos ha sido durante mucho tiempo una tradición católica, incluido en las oraciones y la literatura devocional.

 

“Es una Reina que da todo lo que posee compartiendo, sobre todo, la vida y el amor de Cristo”, dijo San Juan Pablo II al referirse a la Virgen como Reina del Universo. La Fiesta fue instituida por el Papa Pío XII en 1954.

Reina de los Cielos es un título dado a la Virgen María, la madre de Jesucristo, título que es en consecuencia  del Concilio de Éfeso, del siglo V, donde la Virgen María fue proclamada "Theotokos", es decir, "Madre de Dios".

En la Encíclica “Ad Caeli Reginam” (punto 15), que trata sobre la dignidad y realeza de María, se lee que “Cristo, el nuevo Adán, es nuestro Rey no sólo por ser Hijo de Dios, sino también por ser nuestro Redentor”.

“Así, según una cierta analogía, puede igualmente afirmarse que la Beatísima Virgen es Reina, no sólo por ser Madre de Dios, sino también por haber sido asociada cual nueva Eva al nuevo Adán”.

Por su parte, el Papa Benedicto XVI mientras celebraba esta Fiesta en el 2012 dijo que María “es Reina precisamente amándonos y ayudándonos en todas nuestras necesidades, es nuestra hermana y sierva humilde".

Ciudades en Italia y en otros lugares proclamaron a María Reina de los cielos y como patrona. Estos lugares son: Siena, Massa Marittima, San Gimignano, así como Polonia y el Estado de Baviera.

El título de Reina de los Cielos ha sido durante mucho tiempo una tradición católica, incluido en las oraciones y la literatura devocional, y visto en el arte occidental en el tema de la Coronación de la Virgen desde la Edad Media, mucho antes de que se le diera un estatus formal de definición dogmática por parte de la Iglesia. Durante siglos, los católicos, mientras se recitaban las Letanías lauretanas ya estaban invocando a María como "Reina de los Cielos". 

Oración a María Reina

Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos. Reina dignísima del mundo, María Virgen perpetua, intercede por nuestra paz y salud, tú que engendraste a Cristo Señor, Salvador de todos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,

vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve.

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,

a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,

vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,

y después de este destierro, muéstranos a Jesús,

fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,

para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén.



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