Lunes Santo: segundo día de la Semana Santa

A este segundo día de la semana Santa también se le conoce como lunes de autoridad.

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Los cristianos conmemoran por segundo año consecutivo un Lunes Santo en medio del confinamiento.
El Lunes Santo es el segundo de los días de la Semana Santa, cuyo comienzo tiene lugar el Domingo de Ramos, y durante la cual los cristianos conmemoran la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. Así se pone de manifiesto en la liturgia de las distintas ceremonias que tienen lugar en Semana Santa en las distintas confesiones cristianas.
A diferencia de otros días de la Semana Santa que cuentan con ceremonias singulares, en la Iglesia Católica el Lunes Santo continúa la celebración normal de la misa. Durante ésta, el Evangelio que es proclamado refleja el pasaje de la Unción en Betania, en casa de Lázaro, en el que una de las hermanas de éste, María le unge con costosos perfumes.

Diferencias entre los evangelios

El día después del Domingo de Ramos, que relata la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, la fe católica rememora el pasaje famoso en el cual Jesús expulsa a los mercaderes del templo.
Este particular episodio está relatado en los cuatro Evangelios. El de Mateo, Marcos y Lucas, conocidos como “sinópticos” por su afinidad y semejanzas, lo ubican temporalmente en la semana de Pascua. Marcos lo plantea al día siguiente de la entrada de Jesús a Jerusalén, mientras que Lucas y Mateo relatan ambos eventos juntos en un mismo día. Según San Juan, en cambio, “era casi la fecha de la Pascua judía” cuando Jesús expulsa a los mercaderes del Templo y diez capítulos después es que el joven evangelista aborda el ingreso triunfal de Jesús a Jerusalén.

La expulsión de los mercaderes

En el Evangelio según San Juan, Jesús visita el Templo de Herodes, en cuyo patio vendían “bueyes, ovejas y palomas” en un clima comercial parecido a la idea contemporánea del mercado, con presencia además de “los cambistas allí sentados”. Ante el escenario, narra el joven apóstol de Jesús que su maestro “empezó a echar a quienes estaban comprando y vendiendo cosas allí. Derribó las mesas de los que cambiaban dinero y las bancas de los que vendían palomas”. San Juan especifica que “hizo un látigo de cuerdas y echó a todos del área del templo”.

Mientras expulsaba a los mercaderes, criticaba que habían convertido su casa en una “guarida de ladrones” y no les permitió entrar con mercancías al templo. San Marcos amplía que “lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo quitarle la vida; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina”.