Comenzó el festival del frichi, opción económica, gastronómica y artesanal wayuu en Maicao

Anafe, carbón vegetal, arepas y pocillos de peltre hacen el adobe típico para un original plato de Frichi.

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El evento llegó a sus 16 años de realización bajo el permanente celo organizativo, del itinerante periodista maicaero Jorge Saúl Campanella.

El triple fondo de esta ventana del emprendimiento wayuu, le llega oportuno a un grupo poblacional indígena que buscarán mejorar sus ingresos afectados también por la pandemia y lo cual aprovecharán para afrontar con menos afugias los tradicionales gastos de fin de año, de lo cual es íntimamente apegado el habitante costeño.

Enramada habilitada para el concurso del festival del Frichi


Este certamen se ha realizado en distintos lugares del municipio que incluye su origen en el parque José Domingo Boscán, después en el sector de la oficina de instrumentos públicos hoy calle Julia García, después en la plazoleta Arquin´s y este año en las cabañitas, un sitio campestre a la margen derecha en la vía transversal que comunica a Maicao con su corregimiento Carraipìa.

La historia del evento reseña y confirma su condición de actividad privada, que en los últimos años ha vinculado el apoyo de la administración municipal, porque ampara la inclusión de los sectores poblacional a los planes de ayuda pública a las comunidades del municipio.

Preparando la carne de chivo o carnero para el concurso del Frichi

Aunque el propósito central apunta a la prevalencia de las costumbres y uso ancestrales del wayuu como los juegos autóctonos, la artesanía, tejidos, gastronomía, legislación o palabra wayuu y rituales varios, se entrelaza sin la intención de aculturizar con espectáculos musicales del rango occidental, de los que disfrutan los raizales indígenas y los arijunas (Persona no indígenas) para equilibrar un ambiente festivo de participación multiétnica.

Muestrario típico de la artística wayuu.

La fiesta pluricultural durará tres días y los concursos se premiarán en la clausura de la misma, con apoyo de la Casa de la cultura y otras entidades públicas y privadas, que abonan el suelo cultural de esta etnia emblemática de La Guajira y Colombia y a cuyo disfrute se dan por invitados, colombianos y fronterizos de todas las regiones amantes del turismo cultural.

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