Hasta hace una década, todos los físicos cohabitaban en la flor y nata del golf mundial: pequeños, grandes, flacos, fortachones...
El resto (Justin Thomas, Justin Rose, Rickie Fowler, Jordan Spieth...) no tiene ni un gramo de grasa visible, signo de una preparación minuciosa.Dos de los mejores jugadores del mundo en este momento, Dustin Johnson y Brooklin Koepka, son adeptos de los gimnasios y su físico no tiene nada que envidiar al de los jugadores de fútbol americano: grandes, potentes, forman parte de esa élite del golf capaz de enviar la bola a 350 yardas con el 'drive'. Una distancia que alcanzan muy pocos profesionales.