Perpetuarse en el poder, caos y desespero

Editorial
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El tiempo y los hechos han puesto de manifiesto de que nuestras apreciaciones relacionadas con el deseo de perpetuarse en el poder el presidente Petro son una realidad incontrovertible; su hoja de ruta es la cartilla de Cuba, del grupo de Puebla y la copia chavista.

Son innumerables sus errores, sus salidas en falso, su desgobierno y es experto en sembrar el caos como lo hizo en la alcaldía de Bogotá. No cabe la menor duda de que su único propósito es empobrecer a Colombia y causar la miseria como ha ocurrido en Cuba, Nicaragua y Venezuela. 

Los problemas se le han crecido como un efecto bumerán y se le han vuelto inmanejables. Su mismo entorno familiar los ha creado. Su hijo recibiendo dineros del narcotráfico los cuales entraron a la campaña presidencial y la declaración de su hermano reconoce que sus visitas a las cárceles fueron fructíferas pues produjeron más de un millón de votos.

La violación de los topes electorales se ha evidenciado y se confirmó en forma aún más visible con el ingreso de los 500 millones de pesos que Fecode le dio a su campaña presidencial. Nuestra Carta Magna en su artículo 109 es muy clara en el sentido de que esa transgresión a la norma origina la pérdida del cargo.

Pero el jefe de Estado se encuentra acorralado por todos los flancos; no puede ocultar su angustia y desesperación y entonces sale irresponsablemente a incitar a una revuelta contra la fiscalía;  contra la Corte Suprema, contra el Estado de Derecho, convocando a una protesta colectiva a los campesinos, a las primeras líneas y a las guardias indígenas y además argumenta algo que es una imaginaria sin ningún asidero, consistente en que se está gestando un golpe de estado blando contra su gobierno.

De otro lado apela a la Corte Interamericana de Derechos humanos de la OEA, advirtiendo que existe a su juicio un levantamiento de la ultraderecha contra su presidencia y naturalmente pide el apoyo al grupo de Puebla. 

Encontró eco entre los comunistas de este último grupo el cual se manifestó a su favor. Ahí está de primero, en apoyar el expresidente Samper favorecido por el sátrapa Maduro por 5 años como secretario de Unasur con un sueldo mensual de 20.000 dólares.

Este mismo Grupo ha guardado silencio al igual que el presidente López Obrador, con relación a aquello que ocurre en Venezuela con la inhabilitación de María Corina Machado para presentarse a los futuros comicios presidenciales en esa república bolivariana.   

En nuestra historia republicana jamás se había producido una salida tan en falso de un presidente, sobre todo sin ningún fundamento real o jurídico. Son solo elucubraciones, invenciones, fantasías alucinantes. 

Pero su gravedad puede originar una guerra civil. El pueblo está cansado y desilusionado con tanta mentira, tanto engaño derivado directamente del presidente Petro. Nadie le cree. Tan sólo los comunistas que lo acompañan en Colombia y en el exterior y esa es la misma solidaridad que rodea al gobernante autócrata de Venezuela; son los mismos con las mismas.      

El presidente Petro está jugando con fuego y él mismo se puede quemar. Ahora entendemos su posición respecto de Hamás ya que solicitó su intervención en Colombia en aras de su defensa. Seguramente su plan de paz que no es otra cosa que la entrega a los grupos subversivos es con la intención de contar con ellos para que se agreguen al grupo de sus defensores.

Todas las fuerzas vivas, es decir, los empresarios, los profesionales, la academia, el periodismo, los políticos de oposición, los ganaderos, agricultores, campesinos y la gente de bien, que felizmente es la mayoría, debemos estar no solo alertas sino resueltos a defender nuestro estado de derecho, nuestras instituciones y nuestra constitución.

Las Fuerzas Militares son garantes de nuestra Carta Magna, de nuestra soberanía, de nuestro Estado de Derecho, de nuestra integridad territorial, en consecuencia, sí la situación se agrava con la insurrección anunciada se verán obligadas a intervenir y ante todo, hay que salvar la República. Confiemos en que se impondrá la institucionalidad, el deber ser, y el espíritu patriótico de los colombianos.

No podemos admitir que se desconozca nuestra historia de país democrático, ejemplo en el mundo. Rechazamos vehementemente la decisión presidencial esa sí de verdad de golpear la institucionalidad con miras a que esa cortina de humo disimule los delitos y faltas del jefe de Estado y su familia. 

Sí ha habido infracciones a la ley debidamente establecidas en cabeza de nuestro presidente pues con mucho dolor hay que aplicar las sanciones pertinentes; es más censurable por su misma investidura.

Presidente, asuma la responsabilidad de primer mandatario no siga actuando como guerrillero.