Desviación del Arroyo Bruno: Una imbecilidad

Editorial
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Una de las grandes preocupaciones de los gobiernos, organismos internacionales, organizaciones sociales, partidos políticos y la sociedad mundial tiene que ver con la crisis del agua que está lejos de ser un cuento de ficción o un cuento siniestro para llevar al mundo un escenario apocalíptico.

El gobierno Obama definió hace algunos años que: "El agua no es solo un problema de salud, no es solo cuestión de desarrollo económico ni una cuestión ambiental, sino que es también  un problema de seguridad".

La subsecretaria de Estado para Democracia y Asuntos Globales, María Otero, enfatizaba que la problemática del agua "seria la prioridad entre los asuntos que integran nuestra agenda de política exterior y seguridad nacional a partir de ahora".

La carta de navegación, para este perverso proyecto hegemónico- imperialista  es  el informe de seguridad mundial del agua elaborado por la Oficina del Director Nacional de Inteligencia (2012)

El director del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) Rajendra Pachauri, advertía con preocupación que: "Desafortunadamente, el mundo no ha despertado realmente a la realidad de lo que vamos a enfrentar en términos de crisis en lo que respecta al agua".

El presidente mundial de la Coca-Cola, el turco Muntar Kente, afirmaba hace unos años en México, en el marco del cuarto foro mundial del agua realizado en ese país lo siguiente: "En Coca-Cola usamos 300000 millones de litros de agua al año en nuestras más de mil plantas en el mundo, y esto equivale a seis meses del agua que se usa en ciudad de México.

Colombia vive una situación dramática por el deterioro del medio ambiente, la región donde se configura claramente esta tragedia con gran dramatismo es el departamento de La Guajira donde la multinacional Cerrejón tiene una gran incidencia.

Este coloso de la minería mundial tiene entre ceja y ceja el proyecto de ampliación minera denominado P40 con el cual se pretende incrementar la producción de 32 a 40 millones de toneladas anuales a partir de este año (2015) para tal fin esta multinacional invertirá US$1300 millones.

La región se beneficiará con cinco mil trabajos durante lo que dure el proyecto. Para consolidar esta infamia se necesita inicialmente la desviación del arroyo Bruno (afluente del rio Rancheria) localizado en el municipio de Albania y aquí es donde comienza la lucha social para evitar semejante despropósito en un momento en que se advierte que hay que proteger cada "lagrimita" de agua en cualquier punto del planeta.

En un documento elaborado por las organizaciones que impulsan la lucha contra el desvío del arroyo Bruno, se denunció como, mientras Hatonuevo y Albania con una población de 45000 habitantes consumen diario 7,5 millones de litros, el cerrejón se gasta diariamente para rociar las carreteras 17 millones de litros de agua.

 La experiencia que se vivió en el departamento de La Guajira en el año 2014 con relación a la sequía donde se afrontó una  crisis humanitaria por falta de agua, debió de constituirse en una verdadera alarma.

El gobierno de Juan Manuel Santos no puede dejar La Guajira a merced de la Multinacional Cerrejón, por su fragilidad hídrica. La Asamblea Departamental, los Concejos municipales, Corpoguajira, Gobernación  y Alcaldías deben privilegiar la enseñanza del  impacto del cambio climático en La Guajira desde las instituciones educativas (primaria, bachillerato, comunidad educativa, Universidad).

Esta lucha contra la desviación del arroyo Bruno no es una oposición al desarrollo de la región ni un atentado a la posibilidad de generar más empleos, es la responsabilidad ética de guardarle a las futuras generaciones  la posibilidad de vivir en una Guajira tal cual la conocimos y la vivimos nosotros. ¿Es mucho pedir?