En la fiesta del Bautismo del Señor, el Papa Francisco explicó por qué Jesucristo se bautizó en el río Jordán ya que, al ser Dios, no necesitaba hacerlo.
Antes de dirigir el rezo del Ángelus este domingo 10 de enero, el Santo Padre reflexionó en el relato del Evangelio que describe el Bautismo del Señor en el río Jordán, hecho que marca el inicio de la vida pública de Jesús.
“Jesús es Dios ¿Pero por qué se hace bautizar? El bautismo de Juan consistía en un rito penitencial, era un signo de la voluntad de convertirse, de ser mejores, pidiendo perdón por los propios pecados. Realmente Jesús no lo necesitaba. De hecho, Juan Bautista trata de oponerse, pero Jesús insiste. ¿Por qué? Porque quiere estar con los pecadores: por eso se pone en la fila con ellos y cumple su mismo gesto”, señaló el Papa.
En esta línea, el Santo Padre destacó que Jesús se bautizó “con la actitud del pueblo, con la actitud de la gente que, como como dice un himno litúrgico, se acercaba ‘con el alma desnuda y con los pies desnudos’. El alma desnuda, es decir sin cubrir nada, así, pecador. Este es el gesto que hace Jesús y baja al río para sumergirse en nuestra misma condición”.
“Bautismo, de hecho, significa precisamente ‘inmersión’. En el primer día de su ministerio, Jesús nos ofrece así su ‘manifiesto programático’. Nos dice que no nos salva desde lo alto, con una decisión soberana o un acto de fuerza, un decreto, sino viniendo a nuestro encuentro y tomando consigo nuestros pecados”, explicó el Papa.
En este sentido, el Pontífice añadió que “es así como Dios vence el mal del mundo: bajando y haciéndose cargo” y agregó que “es también la forma en la que nosotros podemos levantar a los otros: no juzgando, no insinuando qué hacer, sino haciéndonos cercanos, compadeciendo, compartiendo el amor de Dios”.
“La cercanía es el estilo de Dios hacia nosotros; Él mismo lo dice a Moisés: ‘piensen: ¿cuál pueblo tiene tan a sus dioses así de cerca como ustedes me tienen a mí:’. La cercanía es el estilo de Dios hacia nosotros”, advirtió.
Además, el Papa destacó que “después de este gesto de compasión de Jesús, sucede algo extraordinario, los cielos se abren y se desvela finalmente la Trinidad” y recordó la narración del Evangelio de San Marcos que describe cuando “el Espíritu Santo desciende en forma de paloma y el Padre dice a Jesús: ‘Tú eres mi Hijo muy querido’”.
De este modo, el Santo Padre afirmó que “Dios se manifiesta cuando aparece la misericordia” y añadió: “no se olviden de esto ¿eh? Dios se manifiesta cuando aparece la misericordia, porque ese es su rostro”.
“Jesús se hace siervo de los pecadores y es proclamado Hijo; baja hacia nosotros y el Espíritu desciende sobre Él. Amor llama amor. Vale también para nosotros: en cada gesto de servicio, en cada obra de misericordia que realizamos Dios se manifiesta y fija su mirada en el mundo. Y esto vale para nosotros”, dijo el Papa.
Asimismo, el Pontífice subrayó otra enseñanza y animó a recordar que “antes de que hagamos cualquier cosa, nuestra vida está marcada por la misericordia que se ha fijado sobre nosotros” y añadió que “¡hemos sido salvados, pero gratuitamente, la salvación es gratis! El gesto gratuito de misericordia de Dios hacia nosotros”.
“Sacramentalmente esto se hace en el día de nuestro Bautismo, pero también aquellos que no son bautizados reciben la misericordia de Dios, siempre, porque Dios está allí, espera, espera que se abran las puertas del corazón, se acerca, me permito decir, ‘nos acaricia’ con su misericordia”, expresó el Papa.
Grandeza de la vida cotidiana
Por último, el Santo Padre señaló que la celebración del Bautismo del Señor da “un bonito mensaje para nosotros: nos revela la grandeza de lo cotidiano, la importancia a los ojos de Dios de cada gesto y momento de la vida, también el más sencillo y también el más escondido” porque “dejamos hace pocos días, a Jesús niño visitado por los Magos; ahora lo encontramos como adulto en la orilla del Jordán”.
En esta línea, el Papa destacó que “la Liturgia nos hace realizar un salto de unos treinta años, treinta años de los que sabemos una cosa: fueron años de vida escondida, que Jesús pasó en familia, algunos antes en Egipto como migrante para huir de la persecución de Herodes, los otros en Nazaret aprendiendo el oficio de José, en familia obedeciendo a los padres, estudiando y trabajando”.
“Impresiona que el Señor haya pasado así la mayor parte del tiempo en la Tierra, viviendo la vida de todos los días, sin aparecer. Pensemos que según los Evangelios fueron tres años de predicaciones, milagros de muchas cosas, tres, y todos los otros de vida oculta en familia”, invitó el Papa.
Finalmente, el Santo Padre dijo “que la Virgen, a la que ahora rezamos, nos ayude a custodiar nuestra identidad bautismal, es decir la identidad de ser ‘misericordiados’, que está en la base de la fe y de la vida”.