Cada 17 junio se conmemora el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía bajo el lema “Restaurar la tierra. Liberar las oportunidades”
La desertificación y la sequía ya no son problemas aislados de regiones remotas. Hoy, más de 3.200 millones de personas en el mundo están directamente afectadas por estos fenómenos, que avanzan silenciosamente mientras la atención global se enfoca en otras crisis.
Cada 17 de junio se conmemora el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1994. El lema de este año, “Restaurar la tierra. Liberar las oportunidades”, pone de relieve no solo los impactos sociales y económicos, sino también las oportunidades que representa la recuperación del suelo para millones de comunidades vulnerables.
De acuerdo con la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD), la pérdida de tierras fértiles está dejando a decenas de millones de personas sin medios de vida cada año. En algunos países, una sola sequía puede significar pérdidas de hasta el 20 % del Producto Interno Bruto, según el secretario ejecutivo de la UNCCD, Ibrahim Thiaw.
“La sequía es un fenómeno de aparición lenta, y cuando uno se da cuenta de que está ocurriendo, ya es demasiado tarde para preparar la respuesta”, advirtió Thiaw durante la más reciente COP16, celebrada en Riad a finales de 2024.
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Un desafío global
Aunque la desertificación se ha asociado históricamente con zonas áridas de África, hoy se extiende a América Latina, Asia y Europa, impulsada por el cambio climático, la deforestación, el uso no sostenible del suelo y la presión sobre los recursos hídricos.
Los expertos advierten que la salud del suelo es clave para la sostenibilidad ambiental, la seguridad alimentaria y la economía global. Sin embargo, esta crisis permanece en gran medida fuera del radar público y mediático.
Esta fecha, busca precisamente generar conciencia, promover acciones concretas y fomentar una gestión sostenible de los recursos terrestres. En el marco del Decenio de las Naciones Unidas para los Desiertos (2010-2020) se plantearon metas ambiciosas, pero los datos recientes indican que el ritmo de degradación del suelo supera los esfuerzos de restauración.
Hoy más que nunca, la restauración de tierras degradadas se plantea como una oportunidad para generar empleo, mejorar la resiliencia climática y garantizar un futuro más justo para las generaciones venideras.