Unidad ante la crisis venezolana

Editorial
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El liderazgo del presidente Duque en Latinoamérica es indudable; su papel protagónico refleja su interés en preservar la democracia, fortalecer los derechos humanos y construir un futuro con un desarrollo firme y promisorio para los habitantes de esta región.

 

Además de ser respetado como uno de los mandatarios que más se ha destacado en el manejo de la pandemia de la Covid-19, el presiente Duque no deja atrás el hecho de que la comunidad internacional debe trabajar más unida por la reactivación de la democracia en Venezuela ya que dadas las condiciones de la crisis humanitaria en ese país, los principios del cese de la usurpación del poder, de conformar un gobierno de transición con representación plural y hacer una convocatoria rápida de elecciones libres son más que necesarios, no son tenidos en cuentas en el hermano país, lo que sin duda aleja a la Nación de los principios básicos de la democracia.

Para lograr que Venezuela tenga nuevamente un papel importante en la región, se hace necesario que comunidad internacional se una alrededor de esos propósitos y a trabaje bajo una misma línea, ya que esos principios son los que deben unificar y no tener tantas discusiones. Por un lado el Grupo de Lima, por otro lado la Organización de Estados Americanos OEA, por otro lado la ONU, por otro la Unión Europea., todos deben unirse bajo eso propósito, que es la convocatoria que hace el presidente Duque.

Los esfuerzos de la comunidad internacional deben estar dirigidos además hacia tres grandes propósitos: la movilización de recursos para enfrentar la situación humanitaria, el fortalecimiento de las capacidades de salud en puntos de frontera y el envío de un mensaje contundente de que el proceso de reactivación de la democracia en Venezuela es inaplazable.

Hoy, cuando se está viendo los estragos de una dictadura opresora, la destrucción del aparato económico, la situación de pobreza y hambre, el deterioro en el frente de salud, lo que se tiene en cuenta es que la solución del problema de Venezuela es fundamental para el futuro de las Américas.

El presidente colombiano calificó la situación de Venezuela como la “crónica de una crisis anunciada”, generada por los años de silencio y complicidad de todo el mundo y con toda la razón ya que las naciones comprometidas con la emergencia, tienen que pasar de la teoría a la práctica, ya que lo que se requiere es ocuparse realmente de la mayor crisis migratoria que haya visto el continente americano en décadas.

Los recursos que se movilizan internacionalmente para atender esa crisis, comparados con otras crisis de migrantes realmente son irrisorios. Cuando se mira la crisis de migrantes en Siria, el aporte puede llegar a casi 2.000 dólares por migrante; en el caso particular de Venezuela se ha visto más de 150 dólares por migrante y por esto el reto es enorme porque la crisis migratoria crece, aún en el marco de la pandemia donde se podría decir que se han contenido ciertos flujos.

Hay que tener en cuenta los riesgos que genera la emergencia sanitaria por el coronavirus en la población inmigrante y alertar a la comunidad internacional sobre la vulnerabilidad del sistema de salud del país vecino, con el que Colombia comparte una frontera terrestre de 2.219 kilómetros, ya que los casos de coronavirus pueden subir en ambos países si no se pone un coto a la situación, además no hay un buen control epidemiológico en Venezuela, no se tienen información veraz sobre la disponibilidad de Unidades de Cuidados Intensivos y no hay ciclos de vacunación que estén funcionando oportunamente desde hace varios años.

En medio de todo también hay que reconocer el trabajo de las autoridades locales de Colombia, a donde han llegado más de 1,8 millones de venezolanos algunos de los cuales han optado por volver a su país acosados por la crisis económica causada por la cuarentena contra el coronavirus ya que la situación en Venezuela es apremiante por el hecho de tener una dictadura opresora que no permite que haya ningún tipo de esperanza.