Escrito por:
María Padilla Berrío
Columna: Opinión
e-mail: majipabe@hotmail.com
Twitter: @MaJiPaBe
Estudió economía en la Universidad Nacional de Colombia y actualmente se encuentra terminando sus estudios de Derecho en la Universidad de Antioquia. Nacida en Riohacha, radicada en Medellín. Ha realizado varias investigaciones académicas con la Universidad Nacional y se ha desempeñado como ponente en diversos eventos académicos a nivel nacional e internacional. En la actualidad es dependiente judicial y dirige el cine club de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia.
Ver al excelentísimo señor expresidente, el honroso Gran Colombiano en 2013, Álvaro Uribe Vélez, haciendo las veces de oposición en un país donde ya ni se sabe qué cosa representa un partido político, los ideales brillan por su ausencia y donde la palabra de un político carece de toda credibilidad, es aberrante ver la forma como alguien de la extrema derecha, que nunca ha ocultado su profundo desprecio por la izquierda, por la clase menos favorecida y por las justas manifestaciones, sea quien encabece la oposición.
Comencemos primero diciendo que la estrategia del oportunismo no se ha hecho esperar. Ahora resulta que, después de que en su mandato de ocho largos años se fue lanza en ristre contra los trabajadores, extendiendo las jornadas laborales, recortando las horas extras, beneficiando siempre a los empleadores, apoyándose en la generación de empleo que jamás se dio, quitando la poca dignidad que le quedaba a una clase tradicionalmente oprimida, el señor Uribe es acérrimo defensor de lo que en su gobierno más despreció.
Ante las peleas monumentales, año tras año, por el aumento del siempre controvertido salario mínimo, el señor en comento se limitaba a aumentar el mínimo con base a la inflación, dando un porcentaje por encima no muy significativo. Es más, en alguna ocasión llegó a aumentar exactamente la cifra de la inflación (el salario del 2009 con base en la inflación del 2008). Ahora, si equiparamos cifras, con una inflación del 2% en el 2009, el aumento para 2010 fue del 3.64%. Si fuera sensata la defensa que pretende hacer, en dicha oportunidad debería haber aumentado el mínimo en un 4.6%, para que equipare el 2.5% por encima de la inflación que aumentó el gobierno para 2014.
Así, pues, como cualquier aumento que se le haga al salario mínimo, por generoso que sea, siempre será ínfimo, sería conveniente que el señor en comento, siquiera por respeto al país que dice amar, y por vergüenza, se abstenga de hacer declaraciones en público que jamás defendería en privado, declaraciones que en su gobierno jamás hubiesen tenido cabida.
Si la inflación del 2013 no llegó ni siquiera al 2%, según cifras del DANE, un 4.5% es muchísimo más de lo que Uribe hubiese aumentado jamás. Si él fuera Presidente, seguramente, el aumento hubiese sido, a lo sumo, entre un 2 y un 2.5%. Pero bueno, sus ínfulas de oposición caen mucho más bajo, no solo llegan al tema controvertido del mínimo.
En algunas ocasiones, para colmo, ha salido a hacer las veces de defensor de Jorge Robledo, para quien siempre tuvo una diatriba durante su gobierno. Además, su ridícula defensa a los campesinos por un paro que, en parte, su dichoso TLC es el culpable, no le queda ni medio bien. Se le nota el oportunismo y la ausencia de vergüenza que lo caracterizan. Solo falta que vaya a la Habana a abrazarse con Fidel y a asesorar a la mesa negociadora de las FARC, pero eso no va a pasar, por suerte su desprecio hacia el grupo insurgente es más grande que su oportunismo.
Ahora, cabe aclarar que la idea no es defender el actual gobierno, ni sentar una posición a favor de la izquierda ni contra la derecha, simplemente hacer una crítica a la inconsecuencia y al oportunismo desmedido que Uribe no oculta, pues, es indignante ver cómo, por simple ego, hacer política se vuelve cada vez más en una estrategia sin fundamento alguno.
Si la idea es ganar más adeptos no es esa la forma de hacerlo, igual no tiene necesidad, en el país del sagrado corazón siempre habrá un voto para usted, sea del partido que sea y defienda lo que defienda, porque hay gente de malas para pensar y porque, para colmo de males, existen Uribistas aún.