No pretendan minimizar la participación de la gente en las marchas que se llevaron a cabo el 20 de junio en diferentes ciudades. El país habló con voz enérgica y decidida. Las calles se llenaron de ciudadanos valientes y comprometidos, marchando pacíficamente pero con una convicción inquebrantable, un grito de resistencia, demostrando que el pueblo está cansado de ser ignorado, de ser tratado como una simple estadística.
No hay duda de que las movilizaciones fueron la expresión de un profundo descontento. La indignación de quienes se sienten amenazados por las reformas laboral, pensional y de la salud que el gobierno ha querido imponer sin siquiera considerar la opinión de los afectados.
¿Dónde quedó el diálogo y la concertación? No es solo la imposición de reformas lo que ha encendido la mecha de estas manifestaciones. También es el constante ataque a la prensa y los periodistas, esa incesante campaña de desprestigio que busca socavar la libertad de expresión y el derecho a la información sin importar las consecuencias. El gobierno olvida que los periodistas son el puente entre el poder y el pueblo, son los guardianes de la verdad, y al atacarlos socava los cimientos mismos de nuestra democracia.
Es hora de reflexionar. Es hora de escuchar el clamor de la gente a las demandas legítimas. No se puede gobernar de espaldas al pueblo, ignorando sus necesidades y sus aspiraciones. El gobierno no puede pretender imponer reformas sin siquiera considerar los avances y los logros que se han construido con esfuerzo. El país no necesita reformas impuestas desde arriba, necesita consenso mediante un diálogo verdadero. Existen espacios para la discusión, para el debate constructivo, donde se pueden encontrar soluciones que beneficien a todos. No se puede comenzar de cero, como si todo lo anterior no tuviera valor. No se puede desechar lo construido.
La polarización y la confrontación solo generan más división y descontento. Es momento de tender puentes para buscar puntos de encuentro, de construir sobre lo que existe para mejorarlo. No podemos permitir que las diferencias nos dividan y debiliten. El gobierno debe promover un consenso nacional, que invite a todos los sectores a participar en la construcción de soluciones, que valore la diversidad de opiniones y experiencias. Hay que reflexionar, rectificar el rumbo, abrirse al diálogo y al consenso. La grandeza de una nación se construye con base en la participación de todos los ciudadanos.
La historia nos enseña que los cambios duraderos y significativos surgen del consenso, del diálogo, de la voluntad de escuchar y comprender al otro. No se trata de aferrarse a dogmas inflexibles, sino de adaptarse a las necesidades y demandas de la sociedad. Es el momento de abandonar el autoritarismo disfrazado de liderazgo y abrazar la verdadera democracia, esa que se construye desde abajo, desde el pueblo.
El país le exige un cambio de rumbo, señor presidente. Le exige que tome en cuenta las voces que hoy se alzan en las calles, que escuche a quienes le piden un gobierno que trabaje por el bienestar de todos, de los que votaron para elegirlo como de los que votaron por la otra opción. La grandeza de un líder no radica en la capacidad de imponer su voluntad, sino en la capacidad de escuchar, comprender y actuar en consecuencia.
La esperanza está en sus manos presidente Petro. Puede elegir el camino de la división y el autoritarismo, o del diálogo y la construcción conjunta. La historia lo juzgará por sus decisiones y acciones. Escuche a la gente, porque hoy más que nunca el país le está hablando. No minimice la participación que hubo en la marchas del 20 de junio. Puntoaparte. El presidente decidió trasladar todo su equipo de gobierno a La Guajira durante la presente semana.
Un departamento que tiene de todo y le falta de todo porque todo se lo roban. Esperamos que su decisión no sea gobernar desde La Guajira sino gobernar para La Guajira manteniendo a metros a la tradicional clase política. Y tener en cuenta que La Guajira también es el sur y existen los mismos problemas. Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí...