La madre de la menor no quería aún ni siquiera imaginarse lo que su hija, de apenas 7 años, tuvo que vivir durante las 17 noches y 18 días que estuvo perdida en el monte.
No porque no le interesaba, sino porque no quería dañar ese momento de felicidad que solo ella podía describir en esos instantes en que aguardaba la llegada de su pequeña hija a la base de la Policía Antinarcótico con sede en Santa Marta.
Yesica Patricia Arias, la menor extraviada el pasado 26 de junio cuando se encontraba con sus padres y hermanos mayores por un sector del Parque Tayrona, por fin iba a volver a sus brazos tras ser encontrada por un colono de la región. La traían a bordo de un helicóptero de Antinarcóticos, institución armada que, como la Policía de Carabineros, el comando Jungla de la Policía Metropolitana, la Defensa Civil y la comunidad de la región, nunca dejaron de buscarla por ningún momento.
El reencuentro no pudo ser el inimaginable: no sabía si llorar o gritar de felicidad, pues los sentimientos encontrados la apabullaban por esos instantes. Eso sí, sus ojos estaban totalmente empañados de lágrimas, las cuales se derramaron a lo que vislumbró a su pequeña en los brazos de un miembro de la institución policial, quien descendió de primero del helicóptero que acababa de aterrizar en el helipuerto de aquella base.
Así como era palpable la emoción y desesperación de la madre, a quien de nuevo le había llegado el alma al cuerpo, también era evidente la alegría entre el personal de uniformados y periodistas que la acompañaron durante esos minutos intensos de espera en que se convirtió el arribo del helicóptero con su hija Yesica.
Sin embargo, no alcanzó ni siquiera a cruzarse dos palabras con su pequeña, debido a que la menor requería de inmediato la asistencia médica, pues su estado de salud no era el mejor y así lo observó ella, apenas la tuvo de cerca.
Además, se había desmayado una vez percibió a la niña bajar del helicóptero, por lo que también recibió atención médica. Al reponerse, recordó cómo se había perdido Yesica, aquel 26 de junio cuando se encontraban recogiendo cocos.
Luego volvió a referirse al estado en que vio a su hija: "No la vi bien, está muy deshidratada; primero es su salud y por eso fue mejor que se la llevaran enseguida al médico", dijo Helena Cortés, bastante contenta y sin dejar de derramar lágrimas.
Manifestó que nunca perdió la esperanza de que estuviera viva: "Yo le comenté a las autoridades que mi corazón me decía que la niña estaba viva, aunque está bastante desnutrida, pero está viva, está con vida", siguió demostrando su felicidad.
Aquella madre que estuvo inconsolable por más de 17 días, desde el inolvidable 26 de junio, no solo se notaba bastante feliz por el regreso de su hija, sino que también se veía malograda físicamente como si en la distancia hubiera vivido los mismos padecimientos que de seguro su pequeña había sufrido durante las noches oscuras y de luciérnagas que debió soportar de forma increíble.
Habla la Comandante de la Policía
Yesica Patricia Arias fue encontrada abandonada en una choza en el sector de Calabazos, en las estribaciones de la Sierra Nevada. Una patrulla de la Dirección de Tránsito y Transporte llegó al sitio, tras una llamada de un anónimo y que recibió un tío de la menor.
La niña fue trasladada de inmediato en helicóptero desde el lugar hasta la base de Antinarcóticos y luego llevada hasta el Hospital Fernando Troconis, en donde fue valorada por los médicos, quienes confirmaron la alta deshidratación en que fue encontrada.
La comandante de la Policía Metropolitana, la coronel Sandra Vallejos, dijo que la investigación continúa con el fin de poder determinar si alguien y en qué forma, participó en el hecho o si fue que la niña llegó sola al sitio:
"Nunca abandonamos el caso, nuestro objetivo fue siempre encontrarla, por lo que ampliaremos la investigación, para informar qué fue lo que pasó y quién hizo la llamada", insistió la Coronel Sandra Vallejos, también contenta por el final feliz que había tenido la dolorosa historia de la pequeña que sobrevivió 17 días y 12 horas por entre inciertos lugares recónditos que jamás pensó experimentar en su corta vida.
Por Álvaro Cotes Córdoba
Redactor de EL INFORMADOR
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