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Mar, Abr

Los wayuu sabios por naturaleza

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Por Betty Martínez Fajardo

La vida del wayuu es misteriosa, como en misterio se convierte esa sabiduría que les permite subsistir las guerras desde tiempo inmemoriales, que hoy todavía enfrentan para salvaguardar su territorio y su cultura.

La existencia del wayuu está rodeada de magia, leyendas y mitos, que van de generación en generación gracias al relato de los ancianos, que luchan porque nada se pierda en los nuevos hijos que se civilizan en procura de hacer valer su identidad como pueblos.

Los ancianos a través de la tradición oral, conservan la esencia de su cultura, y cuentan a sus hijos y nietos diferentes relatos que buscan que ellos la nueva generación la preserven a través del tiempo.

El paso del tiempo, ha demostrado que la etnia wayuu sigue erguida, que sus sabios ancianos no se equivocan cuando a través de sus sueños evocan la esencia de su ser, son hijos de la lluvia –juyaa- y de la tierra –Maa-.

Se afirma, que de la unión de vida entre Mma y Juyaa, surgieron diversas generaciones de seres, entre ellos el propio wayuu. Explica, el artista Guillermo Ojeda, en su libro Espiritualidad Wayuu, que el origen de ellos fue posible también gracias a la intervención de diferentes fenómenos naturales, que se hallan representados por divinidades, masculinas y femeninas, entre las que se distinguen seres fundamentales como Jimatuui, la calma; Piuushi, la oscuridad; Palaa, la mar. Kashii, la luna; Ka i, el sol; Weinshi, el tiempo, entre otros.

El tiempo ha demostrado, que esta etnia que preserva su esencia, también cuenta con una alta capacidad para hacerse al mundo moderno, y usar los elementos de la tecnología. A pesar de ello los mayores persisten en ese mundo de misterio, respetando cada tradición

El tejido

En la tradición oral wayuu, el tejer es símbolo de juicio, creatividad, inteligencia, en fin de sabiduría, de allí que los viejos transmiten a sus hijos y nietos el arte del tejido.

En los relatos de los ancianos, siempre está presente Waleker –la araña que enseñó a tejer a la mujer wayuu-. Dice la historia, que un día tres hermanas malvadas sin hijos recibieron a una pequeña hija deforme, poseedora de una riquísima sabiduría, que llevaba dentro de sí el espíritu del tejido por ser la hija de una araña.

Las mujeres encontraban cada mañana los tejidos que la niña elaboraba en las noches, y aunque eran conscientes de su significado no lo valoraron.

Deciden entonces llevar los tejidos a la anciana sabia de la tribu, quien examina lo que ocurre y se sorprende por la aparición del espíritu de la araña. El espíritu regresa sobre las tres hermanas, y una maldición las convierte en murciélagos.

En su libro Etnoastronomía wayuu y otras, el escritor Carlos Alberto Alfaro Camargo, puntualiza que para la mujer wayuu el tejido representa su máxima expresión de estética y belleza, es una presencia privilegiada en los ámbitos del arte. Ella lee el entorno y conjuga perfectamente la imaginación con la voluntad que exaltan al ser humano.

Los diseños que la mujer wayuu plasma en sus tejidos se llaman kanas, cuyos nombres y forman se derivan de elementos del entorno guajiro como las estrellas. El tejido es la máxima expresión artística, ellas lo trabajan con una simetría perfecta y con colores fuertes.

Afirman expertos en el tema, que durante la colonia española en el siglo XV, algunos tejidos wayuu, fueron considerados preciosos en Europa, y servían para pagar los impuestos.

El palabrero

En la comunidad wayuu, un ejemplo clásico de sabiduría, es la figura del putchipu’u o palabrero, que se utiliza para el arreglo de conflictos entre las familias. Se le considera como un intermediario, porque no solo lleva la palabra y peticiones de la parte ofendida a los agresores, sino que aclara que no se apartará de lo que le fue encargado transmitir.

El palabrero siempre está acompañado de un bastón en cuya empuñadura hay un pájaro sagrado. Afirma el antropólogo Wilder Guerra Cúrvelo, que cuando un palabrero se apoya en un bastón, está diciéndole a la madre tierra que le traduzca el mejor de los caminos para resolver cualquier encrucijada. Ese polo a tierra entre el corazón del palabrero y los ancestros cumple un destino de mediación en la comunidad a través de la palabra, aseguró.



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