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Vie, May

Nutrición para la prosperidad versión KG

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cesar Arismendy Morales

Cesar Arismendy Morales

Columna: Reflexiones

e-mail: cesaridys@hotmail.com

Economista de la Universidad de los Andes y Licenciado en Ciencia Sociales de la Universidad Distrital de Bogotá. Cursó estudios de Planificación del Desarrollo Rural y Urbano en la Universidad de los Andes y en el Instituto de Estudios Sociales de La Haya Holanda. Igualmente estudios de maestría en Desarrollo Regional en la Universidad de los Andes y cursos de Ciencias Políticas en la Universidad de Minnesota - Estados Unidos.



Es la nueva propuesta del gobernador Juan Francisco Gómez Cerchar para intervenir los problemas sociales y económicos generados por un viejo problema: el hambre y la miseria en La Guajira.

Este programa establece un novedoso enfoque, porque en la historia de los planes departamentales de desarrollo no se había reconocido el hambre, la pobreza y la exclusión como un obstáculo para la integración social y el desarrollo humano. Solo se había visto como un motivo para generar un contrato y ser administrado por los amigos.

Es un viejo problema, dado que desde los tiempos de Platón y Sócrates, pasando por los escritores de los textos bíblicos, los teóricos de la economía clásica y del desarrollo como Adam Smith, David Ricardo, Thomas Málthus, Lorenz, Gini, Rostow y muchos más, reconocieron en la pobreza y en la riqueza un conflicto que se encuentra determinado por la distribución del capital, la tierra y el trabajo en la sociedad.

Carlos Marx en sus escritos sobre la acumulación originaria, concibió la lucha de clases como la única forma de vindicar al ser humano que nada tenía que comer durante la revolución industrial del siglo XIX. Es un viejo problema contra el cual Colombia viene luchando desde la década de los años cincuenta y que aún no sabe bien como atacar y medir sus resultados.

Los procesos de planeación en nuestro país parecen tener sus orígenes en la intervención del Estado para asegurar la redistribución del ingreso. El padre Lebret, los trabajos del economista hindú Musgrave, el plan de desarrollo “Para Cerrar la Brecha” y la propuesta del desarrollo rural integrado en la década de los años setenta, tienen como ejes la pobreza y el bienestar social. La capacidad de producir, procesar y consumir alimentos, eran la pieza clave de la estrategia.

La actividad económica regulada más por el mercado y menos por el Estado, determinó que el ataque a la pobreza extrema desapareciera como una responsabilidad de la gestión estatal. La Constitución del 91 bajo el concepto del Estado Social de Derecho, permitió el resurgimiento de las iniciativas contra la pobreza, la miseria, la desigualdad y la exclusión.

La llegada de Lula como presidente de Brasil, el cumplimiento de los objetivos del milenio, terminaron contagiando a gobiernos locales en América Latina. El programa de “Bogotá sin Hambre” liderado por Lucho Garzón durante el periodo 2004-2007, es la mejor demostración de que si vale la pena intentarlo. Son inspiradores, para no repetir la experiencia de “Guajira sin Jamushiri”.

Ahora le corresponde a la institucionalidad de La Guajira solucionar el viejo problema enquistado en 28 mil hogares que diariamente sobreviven con US $ 1. Este programa debe apropiar las mejores experiencias y practicas acumuladas en diferentes países y ciudades en donde ha sido exitoso.

No se trata de repartir alimentos. Esto no debe interpretarse como una brigada de salud o la distribución de mercados durante las campañas electorales. Tampoco, de una acción puntual y sin sostenibilidad. Se trata de una propuesta muy seria con protocolos y supervisión, que parte de reconocer que la pobreza en La Guajira tiene múltiples dimensiones, que no solo abarca la falta de ingresos sino también la exclusión de los derechos sociales, lo que significa pasar del círculo vicioso de la pobreza y hambre al círculo virtuoso del desarrollo sin inequidades para que la prosperidad se perpetué.



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