Escrito por:
Cesar Arismendy Morales
Columna: Reflexiones
e-mail: cesaridys@hotmail.com
Economista de la Universidad de los Andes y Licenciado en Ciencia Sociales de la Universidad Distrital de Bogotá. Cursó estudios de Planificación del Desarrollo Rural y Urbano en la Universidad de los Andes y en el Instituto de Estudios Sociales de La Haya Holanda. Igualmente estudios de maestría en Desarrollo Regional en la Universidad de los Andes y cursos de Ciencias Políticas en la Universidad de Minnesota - Estados Unidos.
El mes pasado, María Matilde Rodríguez, quien vivió en Riohacha y es ahora residente de la Isla de San Andrés, nos visitó para cumplir con un compromiso académico dentro en el marco del simposio “Carnaval y Patrimonio”. Muy entusiasmada, me hablaba de lo bonito que está la ciudad. De entrada, no le creí.
Al momento de despedirse y aprovechando que el vuelo hacia Bogotá estaba retrasado, hablamos en el aeropuerto sobre el cambio en Riohacha. Estaba muy alegre. Me reiteraba que “las cosas van por buen camino, eso se nota a leguas, se siente”. En ese momento, tampoco le creí. Como funcionario público, siempre dudo de lo que me dicen y busco ganar convicciones, mucho más cuando provengo y milito en el rigor de las ciencias sociales y económicas.
Quedamos así. Hace dos semanas el gobernador me encomendó la misión de apoyar y cerrar el acuerdo técnico y administrativo con el Club Deportivo Unión Magdalena, quien confirmaba su deseo de hacer de Riohacha su nueva casa. Cumplí la misión, definimos actas de intensión en concertación con el Alcalde y nos lanzamos de inmediato al alistamiento del primer partido.
En los mensajes, el gobernador y el alcalde fueron claros. Debemos informar a la comunidad de esta decisión, incluyendo a los residentes en la zona de influencia del Estadio Federico Serrano Soto. Todos deben estar al tanto de lo que pasará y de lo que haremos como autoridades de gobierno.
La noticia se regó. Comenzamos a trabajar y ese cambio que veía María Matilde ahora lo siento en cada esquina. Riohacha se unió en torno de la iniciativa propuesta y se siente orgullosa de ser la nueva ciudad de futbol en Colombia. Eso estaba escondido. El gobernador me hablaba de ello, “esta ciudad necesita identificación”, me insistía, “Esta ciudad, debe reconciliarse entre sí y con sus corregimientos”. No tenía la menor idea de que el futbol pudiera ser un vector para lograrlo.
En mis cursos de Ciencias Políticas en la Universidad de Minnesota, pude apreciar y analizar el documental "Nelson Mandela, el jugador Nº 16", en donde el rugby se tomó en el símbolo de la unidad de la nación surafricana. Pasar de una sociedad dividida a la unidad, no es tarea de un día, mucho más si esta se encuentra cimentada en la confianza y en la institucionalidad.
Ahora si veo y creo que estamos cambiando. Pasar de un contrato de infraestructura deportiva fallido determinado por intereses de diferentes niveles a lo que vemos claro y concreto en el Estadio Federico Serrano Soto, ha generado mucho trasnocho y preocupaciones. Especialmente para mí, que he sido encargado de la estrategia de sostenibilidad. Pasar de un mal contrato de infraestructura deportiva a una buena obra para transformar nuestra realidad me llena de orgullo de estar en esta esquina del tiempo como funcionario público, ya que veo al Unión soplando la unión que nos hacía falta.