La región del Catatumbo, el Bajo Cauca Antioqueño y el departamento del Cauca han sido epicentros de una violencia que se ha recrudecido en los últimos meses debido a la disputa entre organizaciones ilegales por el control de rutas del narcotráfico.
A pesar del cese al fuego en Colombia, las disidencias de las Farc y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) han encontrado en la pausa de hostilidades una oportunidad para intensificar sus acciones delictivas, según advierte el general Erik Ramírez, comandante del comando conjunto de suroccidente del Ejército Nacional.
El alto oficial señaló con preocupación que tanto el ELN como la estructura de las Farc liderada por Dagoberto Ramos del Estado Mayor Central, en el departamento del Cauca, están utilizando de manera fraudulenta las condiciones del cese de fuego para continuar con actividades vinculadas al narcotráfico. En específico, están disputando territorios y buscando influencia en la producción de marihuana y otras economías ilícitas.
La región del Catatumbo, el Bajo Cauca Antioqueño y el departamento del Cauca han sido epicentros de una violencia que se ha recrudecido en los últimos meses debido a la disputa entre organizaciones ilegales por el control de rutas del narcotráfico.
Aunque las autoridades han destacado la labor de la Fuerza Pública, que trabaja de la mano con entidades del Gobierno Nacional, para cambiar las economías ilícitas de las comunidades por proyectos productivos, el general Ramírez también destacó la presencia de cultivos y minería ilegal en el área norte que están afectando el medio ambiente.
El general Erik Ramírez.
El comandante militar expresó su preocupación por el corregimiento de El Plateado en el Cauca, donde la comunidad, supuestamente intimidada por grupos armados ilegales, expulsó a miembros de la Fuerza Pública. Se están llevando a cabo acciones para lograr el ingreso completo de las autoridades a esa zona.
En el Sur de Bolívar, disidencias de las Farc y el ELN se han unido para enfrentarse al Clan del Golfo en el municipio de Santa Rosa, en una lucha por el control de la extracción minera ilegal que produce entre 160 y 200 kilos de oro semanalmente. Esta disputa ha generado desplazamientos masivos en la región, y se ha observado un aumento de la presencia del Clan del Golfo con la llegada de aproximadamente 250 miembros.