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Dom, May

Desidia y abandono viven los adultos mayores de La Casa Del Abuelo de Riohacha

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.Al entrar a la Casa del Abuelo del Distrito, se pueden ver a los adultos mayores que pernoctan dentro de la instalación, lugar que se ha convertido en el nido de donde hombres y mujeres que vivirán los últimos años de sus vidas, sin embargo, la celebración del Día nacional del Adulto Mayor de este año se alejó de los bailes, la música y el confite, fiestas que celebraban en otrora a finales del mes de agosto.
En la entrada del hogar, un hombre de unos 80 años aproximadamente, escuchaba a través de un pequeño equipo de sonido, su música preferida de los años 60, 70 y 80. Su mirada estaba perdida en el horizonte, quizás se pregunte cuántas cosas hizo en su vida, cuántos proyectos emprendió o con cuántas personas conversó y que en la actualidad, días tras días se borra de su memoria.

En la Casa del Abuelo del Distrito, se pueden ver a los adultos mayores que pernoctan dentro de la instalación, lugar que se ha convertido el nido donde hombres y mujeres vivirán los últimos años de sus vidas.Sus días transcurren, como la de cualquier otro ser humano, pero sin mucho afán. Nada los detiene, nada los acelera. Solo una acción los mueve de su asiento con rapidez, la llegada de un familiar, para quienes cuentan con esa dicha, ya que muchos de ellos, fueron abandonados en el recinto o llegaron porque deambulaban en las calles de Riohacha.

Los abuelos abandonadosEllos, los abuelos, alegan que su única esperanza para su manutención son los entes gubernamentales, pero también por ellos han sido abandonados. Sus gestores administrativos hacen malabares para mantener la casa de pie, han estado emitiendo oficios a los organismos, Alcaldía y Gobernación, pero en lo que va de año, no han obtenido respuestas. ¿Cómo hacen para vivir? De la mano amiga del prójimo.“Vea mijo aquí estamos a las de Dios.

Nuestros familiares y funcionarios públicos nos han olvidado. Pero la empresa privada, comerciantes, estudiantes y hasta los mismos vecinos del sector se han acercado hasta este lugar, para ayudarnos con la comida”, indicó Francisco Rafael Martínez Robles, quien tiene cuatro años dentro de la fundación y es oriundo del Departamento de Sucre.Para el señor, Raúl Villamizar, de 79 años de edad, quien es oriundo del Norte del Santander y llegó hasta La Guajira producto de movilidad laboral, la vida le hizo malas jugadas y pronto quedó en las calles de Riohacha y finalmente, llegó a la Casa del Abuelo desde hace tres meses.

“En la vida solo cuento con uno de mis hijos, que trabaja en la ciudad y eventualmente viene a visitarme y me saca a pasear, pero hasta ahora, tiene tiempo que no lo hace”.La Casa del Abuelo, espacio que cuenta con 29 años desde su apertura,  en la actualidad cuenta con la presencia 16 abuelos y la ayuda de siete personas que colaboran con las actividades administrativas para que el hogar pueda tener su retroalimentación a diario, lugar que necesita con urgencia la ayuda de los entes gubernamentales.


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