La inconsciencia arropó a algunos de los moradores del corregimiento de Las Palmas por el incesante daño al ecosistema, la tala desmesurada e inconsciente de inmensos árboles que por muchos años han servido de oxígeno para el medio ambiente en La Guajira.
“¿Cómo son capaces de asesinar a un árbol a la orilla de un río?”, se preguntaban incesantemente y solo recurrían a una conclusión: conseguir dinero fácil.
“Si bien es cierto, la situación en el Departamento se ha puesto critica con el elevado índice de desempleo, el costo de la vida y demás elementos que se toman en cuenta para subsistir, pero pensamos que recurrir a la tala de árboles debería ser calificado un hecho delictivo”, expresó uno de sus habitantes, quien prefirió no identificarse por temor a represalias.
Parece ser que el panorama que se visualiza en los corregimientos de Tomarrazón, Juan y Medio y La Palmas va en picada, sus árboles poco a poco están desapareciendo. Las mujeres de la comunidad dicen que ya no hay árboles que den sombra, brisa y se teme que los taladores sigan subiendo a la Sierra Nevada de Santa Marta.