07
Mar, May

Venezolanos se toman Maicao

Las mismas autoridades ven en aprietos sus operaciones para desestimular el ingreso de esos extranjeros al país.

Península
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La llegada continua, sin pausa y de manera constante de ciudadanos venezolanos a Maicao, tiene en máxima alerta al sector comercial y al área operacional de todo tipo de actividades.


Las mismas autoridades ven en aprietos sus operaciones para desestimular el ingreso de esos extranjeros al país, debido a que últimamente, estos optan por ingresar sin documentos para sembrar la duda en quienes les hacen el requerimiento y así poder burlar cualquier control de Migración Colombia y de la Policía nacional.

El ingreso de ciudadanos del vecino país a Maicao se registra de manera permanente de día de noche, en la madrugada y en la tarde, en circunstancias en que las autoridades no parecen tener el control de esta movilización masiva hacia la ciudad por las diferentes trochas y por la misma carretera internacional que comunica Maicao con el fronterizo corregimiento Paraguachon, lugar de paso que sirve de puente a los inmigrantes y donde tampoco es que reciben esos requerimientos que los colombianos les han venido exigiendo a las autoridades.

La situación no sería tan crítica si diversos fenómenos no hubieran comenzado a moverles el piso a varios sectores dela economía local. Ahora por las calles de la ciudad, se ven ciudadanas venezolanas vendiendo café, cigarrillos, dulces y galletas en pequeños carritos y chazas, sector este que hasta hace poco estaba reservado para la colonia tuchinera (ciudadanos procedentes de las sabanas de los costeros departamentos Córdoba y Sucre). Igualmente, los albañiles colombianos han sido reemplazados por los inmigrantes de la vecina nación, plomeros y trabajadores de oficios varios como lavadores de carros han invadido la plaza maicaera haciendo a un lado a los habituales trabajadores de la ciudad, todo con la complicidad de los empresarios de las pequeñas, medianas y grandes empresas que prefieren la mano de obra de venezolanos ya que a estos les pagan más barato, aparte de que algunos son hospedados en las casas de los mismos jefes.

En los sitios de Tolerancia se libra otra gran batalla, pues las mujeres que se ganan la vida atendiendo a sus clientes en las denominadas residencias y casas de cita, no quieren dejarse quitar la clientela de las vistosas jovencitas que llegan de Venezuela.

La guerra incluye unas tarifas con las que juegan al cambio las extranjeras, mientras que las nativas creen que bajarle deprecio a una cita es degradarse ante un oficio que viene desempeñando desde hace mucho tiempo y que ahora con la presencia de extrañas tiende a devaluárseles.

La casa de la Cultura de Maicao, es testigo mudo del desempleo de muchos colombianos que antes tenían sus Chambas casi fijas, pero que ahora esas marañas (trabajos ocasionales) se les han escaseado, debido a que quienes antes los ocupaban para trabajos varios ahora consiguen en los venezolanos una mano de obra más barata.


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