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Jue, Abr

El costo de ser mujer

Editorial
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La iniciativa de la Representante a la Cámara, Tatiana Cabello del Centro Democrático, para ampliar la licencia de maternidad ha sido ampliamente celebrada por las mujeres. Muchas mujeres se beneficiaran pues serán más los momentos al lado de sus bebés.
Una madre necesita estar junto a su hijo, tanto como él la necesita. Una licencia a favor de la maternidad, es una inversión en el largo plazo, pues la lactancia materna, la estimulación temprana y el cariño recibido contribuyen a un ciudadano más sano.

Pese a que para todos la licencia de maternidad es importante y necesaria, las mujeres tienen que pagar un alto costo por ella. Nos referimos al desempleo de las mujeres y a los bajos salarios que devengan aun cuando ejecutan exactamente el mismo trabajo y con las mismas capacidades que un hombre (una brecha del 14% en promedio aproximadamente, 40% en los salarios más bajos y 45% en los empleos de salarios más altos).

Una mujer con hijos recibe un salario menor a una sin hijos (la brecha es del 17,6%, aún mayor si los hijos son menores de 5 años). Aquellas en etapa reproductiva, las recién casadas o aquellas que ya tuvieron hijos y buscan reintegrarse a la vida laboral; tienen que soportar castigo en sus salarios o incluso altas tasas de desempleo. Eso sin contar las dificultades que enfrenta una mujer en la informalidad.

El asunto es que el sistema laboral prefiere contratar hombres en vez de mujeres y si las contrata no valora igual sus capacidades laborales. El prejuicio social sostiene algo así como que los hombres no son responsables de los hijos y por lo tanto no van a tener licencia ni van a desatender el trabajo por las obligaciones familiares.

La economista Ximena Peña -cuya prematura partida deja un enorme vacío- dedicó su vida al estudio de estos temas e indicaba que para cerrar la brecha en el trato de las mujeres, hay que incidir en los roles que le corresponden a cada género. Peña encontró que la voluntad de las políticas públicas para protección de la mujer deberían avanzar hacia la re-definición de los papeles en el hogar.

¿Cómo podemos superar socialmente aquellos conceptos que terminan por desmejorar las posibilidades laborales de las mujeres y que surgen de visiones de la familia que predominan? El asunto no es trivial y las soluciones son difíciles y requieren mucho estudio.

Una licencia de paternidad obligatoria de las mismas características a la de la mujer es una solución. Desaparece la “desventaja” que tiene la mujer en la contratación laboral, pues se sabe que hombres y mujeres se irán un periodo igual. Sin embargo, también hay dificultades evidentes: ¿Cómo se garantiza que el hombre use su licencia para cuidar al bebé?

Otros países han optado por licencias compartidas; que permiten que parte de la licencia la tome el padre si así lo decide el núcleo familiar. Hay dificultades también pues en sociedades machistas podrías convertirse en una manera de arrebatarle la licencia a la mujer, sin que se garantice el cuidado del bebé. Hoy la mujer y las madres sienten el deber de convocar a la nación sobre la reflexión de estos asuntos de los que depende la construcción de una sociedad mejor.


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