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Vie, Abr

Las violentas protestas en Nicaragua

Editorial
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Las violentas protestas en Nicaragua, que dejaron al menos 27 muertos, en su mayoría estudiantes, pusieron contra la pared al Gobierno de Daniel Ortega, a quien, dicen sus defensores, intentan sacar del poder.

Ortega, un exguerrillero de 72 años, enfrentó desde que retornó al poder en enero de 2007, tras gobernar Nicaragua de 1985 a 1990, la más grande rebelión en las calles, de la cual los universitarios han sido los principales protagonistas. Las protestas estudiantiles comenzaron el miércoles pasado por una controvertida reforma a la seguridad social, derogada por Ortega, que degeneraron en violencia con saldo de muertos a tiros, entre ellos un periodista que transmitía en vivo.

La violencia se avivó luego de que un fuerte dispositivo policial asaltara, horas después de derogado del decreto con las reformas, el campus de la Universidad Politécnica, Upoli, al este de Managua, donde los agentes lanzaron balas de plomo de distinto calibres. La derogación del decreto vino demasiado tarde. Tuvieron que perderse casi 30 vidas y poner presos a más jóvenes para que Ortega se diera cuenta de lo descabellado de la medida, no necesariamente por el contenido sino porque la forma tan antidemocrática como fue tomada.

Las pautas políticas que los jóvenes colocaron durante una gran movilización nacional fueron contra el autoritarismo en las tomas de decisiones, el deterioro institucional, el deterioro en las protestas sociales; es decir, lo que no se resuelve con la derogación de un decreto, eso sin contar, claro está, los presos políticos y la sangre demarrada estos últimos días.

Restará ahora a Ortega ver si tiene la estatura moral para responder al tamaño de la demanda y las pautas que la ciudadanía colocó en las calles. Las protestas también han dejado a Ortega sin el control de las calles y de los movimientos sociales. Probablemente eso estimuló la necesidad de retomar ese control a través de la violencia, pero fue una decisión humillante hasta para la propia Policía, cuyos oficiales estaban negando la represión a pesar de todas las evidencias en los vídeos que estaban transmitiendo en vivo.

Los asesinatos de los estudiantes acabaron con toda la legitimidad del poder de Ortega, de forma que no se extrañaría que el próximo paso estuviera centrado en discutir la transición política en el país. Justo intelectuales sandinistas creen que detrás de la actual crisis, que ha puesto a Nicaragua en la agenda mediática mundial, existe un plan para sacar al mandatario del poder.


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