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Vie, Abr

Música colombiana en el Festival de Cartagena

Cultural
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En la séptima noche del Festival se habló de cucharitas perdidas, del Lago de Tota, de lo que es cantar en matrimonios y hasta del diablo de Riosucio; historias y coplas fueron cómplices de las melodías; también de sus intérpretes. Esa mezcla tan simple entre las palabras y la música fue el tema principal del concierto De la copla, la canta y la juglaría.
El evento estuvo  programado para las 7:00 p.m., del día de ayer, pero inconvenientes con la boletería y la fila de seguidores de Monsieur Periné lo retrasó. El grupo bogotano, que por primera vez participa como invitado en el Festival, fue el primero en el micrófono.

Catalina, vocalista del grupo, nerviosa, habló de sus primeras presentaciones en fiestas familiares —”fuimos a demasiados matrimonios, a muchísimos”— y de las influencias que los conectan con las músicas del viejo continente: “La cultura gitana que se popularizó en Francia en el siglo pasado y Django Reinhardt, se convirtieron en una inspiración para Santiago y Nicolás, que decidieron aprender de gypsy swing; así, empezamos a tejer un puente entre esos estilos y nuestra manera de entenderlo, para acercarlo a la música latinoamericana que hace parte de nuestro ADN”.

Tres canciones más tarde, estudiantes de música miembros del Programa Clases Magistrales del Festival los acompañaron en una interpretación especial de La Piragua, del maestro José Barros. Así, mientras los Periné se despedían entre aplausos, la seguidora más fiel de Jorge Velosa se quedaba dormida, una niña de ocho años que no entendía porqué el maestro no salía al escenario. Su mamá —que iba por el Monsieur— le explicó que faltaba todavía otro artista. Miró feo y se durmió.

La siguiente agrupación fue el Colectivo Colombia, liderada por el saxofonista Antonio Arnedo, quien nos llevó por un viaje musical que inició en la región Caribe, con el Arrorró, de Petrona Martínez; haciendo una parada en los llanos con el pasaje Romance en lejanía, del cantautor Pedro Emilio Sánchez; hasta llegar a las montañas andinas con Calavero, una rasqa del piedecuestano Edson Velandia.

Finalmente, entraron en escena Jorge Velosa y Los Carrangueros. La niña seguía dormida. Su mamá intentó despertarla, pero estaba más allá que con ganas de escuchar carranga.

“Lo Poquito que cuesta un tiple y lo bonito que suena, lo mucho que cuesta un rifle y lo feroz que truena”, así empezó el raquireño, que no tiene frase sin rima, con La rumba de las flores, La china que yo tenía, le declaró su amor a Julia y buscó La Cucharita. Aquí, como si nada, su seguidora despertó y se paró a bailar. Mientras tanto, Velosa le daba fin a este concierto con Las Diabluras y una rima más: “un diablo se cayó al lago y otro diablo lo sacó y otro diablo que pasaba dijo: qué diablos pasó”.


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