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Vie, Mar

Hermanos Capuchinos, una obra educativa y social para no olvidar en La Guajira

Capilla de la Divina Pastora en Riohacha.

Península
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A principios del siglo XIX, unos sacerdotes católicos que vestían con una sotana con capucha, llegaron a rincones inhóspitos de La Guajira para salvar de la ignorancia a un grupo de niños y jóvenes indígenas Wayúu, los cuales no podían acceder a programas oficiales educativos del gobierno.


Eruditos en la fe católica, seguidores asiduos de San Francisco de Asís y con un ávido deseo de brindar ayudas a los desfavorecidos de la sociedad colombiana, los Hermanos Capuchinos llegaron a tierras peninsulares inicialmente desde España, de la provincia de Valencia.

Con el apoyo del Estado, estos misioneros religiosos se encargaron, a través de la contratación de múltiples profesionales docentes y de otras áreas, enseñar lectura, escritura, matemáticas, civismo, historia, religión, entre otras asignaturas, en aras de educar a los habitantes del departamento.

Otra de las labores importantes de ellos era evangelizar a los nativos wayúu y enseñarles los valores morales y las doctrinas establecidas por la iglesia de Roma.

Jorge Arcila Rivera, un sacerdote capuchino que ha ejercido el oficio por alrededor de 50 años, es un conocedor lúcido de la historia de estos importantes personajes.

Dato histórico

Los primeros hermanos capuchinos llegaron a Riohacha en el año 1888, llamados por el obispo de Santa Marta, cuyo nombre era Rafael Celedón. Se les asignó el territorio de La Guajira, Sierra Nevada y Motilones, en el Cesar.

“Ellos se dedicaron a la evangelización y organizaron los internados de San Antonio de Pancho, el cual posteriormente tuvo que ser trasladado a Aremashain, por el problema de las inundaciones. Después hubo otro en La Sierrita, en el municipio de San Juan del Cesar. Está también el de Santa Rita, el de Nazareth. Estos internados se crearon para la educación de los indígenas, lo que se quería era que también fueran educados como cualquier otro colombiano”, señaló Arcila.

La distribución

Los religiosos que iniciaron la obra eran españoles, llegaban cada cierto tiempo, y se fueron distribuyendo en las regiones de Uribia, Maicao, Riohacha y el sur de La Guajira.  Algunos aprendieron el idioma wayuunaiki, y otros enseñaron el sspañol a los indígenas.

Italianos como el sacerdote TarcisioDimeo de Ripacorvaria, quien fue rector de la hoy Institución Educativa Divina Pastora, fundada en 1907, siguen siendo recordados por muchos profesionales de La Guajira. Se destacó también Marcelo Graziozi, quien fungió como rector del internado de Aremashain

Al cumplirse los 100 años de la obra de los hermanos capuchinos, en el año 1988, el vicariato de La Guajira pasó al Clero Diocesano.

El legado

Orlando Vidal Joiro, presidente de la Academia de Historia de La Guajira, afirma que la obra de los hermanos capuchinos fue transcendental para el desarrollo histórico, cultural y educativo de toda La Guajira.

Bajo la educación de los hermanos capuchinos, muchos reconocidos profesionales guajiros recibieron una enseñanza rica en valores y conocimientos seculares. En aquellos tiempos no se hablaba de corrupción en la administración educativa, ni se escuchaban rumores de escándalos que hoy enlodan las hojas de vida de muchos políticos.


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