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Jue, Mar

¡Hasta entonces!

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Amilkar Acosta Medina

Amilkar Acosta Medina

Columna: Opinión

e-mail: amylkaracostamedina@gmail.com



Después de 26 años como servidor público, ora como docente universitario, como Secretario de Planeación de mi Departamento, como Coordinador de la Región de Planificación (Corpes) del Caribe Colombiano, Viceministro de Minas y Energía, ora como Senador de la República en tres períodos consecutivos, resolví en el año 2002 hacer uso de mi buen retiro. Desde entonces me replegué a mis actividades académicas, las que nunca abandoné aún en los momentos de mayor atafago, como cuando ostenté la dignidad de Presidente del Congreso de la República. Pasé de una vida agitada, frenética, excitante a otra más apacible y tranquila, hogareña, alegrada con la llegada de mis primeras tres nietas.

De pronto, una llamada telefónica me cambió el curso de la vida y me trajo intempestiva e impensadamente de vuelta al servicio público. Inesperadamente, sin vísperas y sin rodeos el Presidente Juan Manuel Santos me llamó para ofrecerme la cartera de Minas y Energía. Ante semejante propuesta no tenía sino dos caminos, desecharla o aceptarla y opté por esta última, por una sola razón: porque la vi como una ventana de oportunidad, no para mí, que ya las he tenido todas, sino como la oportunidad de servirle a mi región y por ende a todas las regiones de Colombia. Al fin y al cabo, cuando uno hace parte de la reserva activa, debe estar presto a enrolarse cuando lo llaman a filas a prestar nuevamente el servicio. Por lo demás, siempre he dicho que el éxito en la vida es un cruce de caminos entre la oportunidad y la preparación y yo me he venido preparando durante más de 30 años en todos los temas atañederos a la cartera que ahora ocupo.

Al momento de formalizar nuestra designación y luego al momento de posesionarnos el señor Presidente de la República fue enfático en que este nuevo gabinete para la recta final de su mandato es el de la unidad para la paz. Y no puede concebirse la unidad y mucho menos la paz sin la inclusión de la diferencia y así entiendo el paso dado por el Presidente Santos al incorporarme a su gabinete, al cual no llego por vía de la adulación, la lisonja y mucho menos de la apostasía. Quiso él tener otra mirada, otros puntos de vista distintos a los suyos propios, para ver de enderezar la nave del Estado que se vio zarandeada por los últimos acontecimientos. Sólo de esta manera he entendido mi llegada al alto gobierno, como alguien que no traga entero, que no disimula las razones de su disentimiento, que como buen liberal abomina el unanimismo y que por ello mismo le puedo ser útil en esta nueva etapa.

El señor Presidente calificó la gran eclosión de los movimientos sociales, que llegaron a su paroxismo con el paro nacional agrario, como una tormenta que había que enfrentar atendiendo las dolamas que dieron lugar a ellos en lugar de reprimirlos. La verdad sea dicha, el Gobierno fue sorprendido por las características y por la magnitud de la protesta, la cual se subestimó en un primer momento. Esto no debe volver a repetirse y se deben aplicar las lecciones aprendidas: el Gobierno debe sintonizarse con el país nacional sino quiere afrontar nuevamente sorpresas desagradables. Los ministros debemos ser el polo a tierra del Ejecutivo, debemos constituirnos en las torrenteras a través de las cuales se canalice el descontento y la inconformidad ciudadana, al tiempo que estas encuentren salidas prontas y eficaces por la vía de la institucionalidad.

Ciertamente arribamos al Gobierno en momentos difíciles para la Nación, pero siempre he dicho que las cosas fáciles ya las hizo otro y quedan por hacer las difíciles. Este es el desafío, bien dijo Thomas Carlyle "nos tocó una época difícil, pues bien estamos aquí para mejorarla" y pondremos todo nuestro empeño en tal propósito, tendiente a contribuir a allanar el camino para alcanzar el más preciado, el bien supremo de la Nación, la paz. Nada más, pero tampoco nada menos; si al final del día hemos sido capaces de poner nuestro grano de arena para hacerla posible nos podremos dar por bien servidos. Sólo ello justifica mi paso por el gabinete ministerial y el sacrificio que para mí significa dejar de escribir y publicar mis columnas semanales, con la ambición de poderlas retomar en medio del post conflicto y no en medio de esta cruenta y cincuentenaria guerra que asola al país. Hasta entonces!

 

 



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