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Lun, Abr

En defensa de Gabo

Columnas de Opinión
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Escrito por:

María Padilla Berrío

María Padilla Berrío

Columna: Opinión

e-mail: majipabe@hotmail.com

Twitter: @MaJiPaBe

Estudió economía en la Universidad Nacional de Colombia y actualmente se encuentra terminando sus estudios de Derecho en la Universidad de Antioquia. Nacida en Riohacha, radicada en Medellín. Ha realizado varias investigaciones académicas con la Universidad Nacional y se ha desempeñado como ponente en diversos eventos académicos a nivel nacional e internacional. En la actualidad es dependiente judicial y dirige el cine club de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia.



La columna que tenía prevista para hoy, escrita la misma tarde del 17 de Abril, en medio del océano informativo que daba cuenta de la muerte de Gabo, con el corazón en la mano y un profundo sentimiento de consternación, más que un homenaje al más grande de las letras colombianas, se trataba de un reconocimiento de la obra de Gabo en mi formación, entre otras cosas porque una de las más grandes dificultades cuando empecé a leerlo fue toparme con una palabra desconocida cada dos renglones, lo que me exasperaba porque tenía que suspender la lectura y tomarme el trabajo de ir al diccionario una y otra vez. De entrada, me obligó a ampliar mi reducido vocabulario de joven errante, y eso ya es mucho decir.

Sin embargo, después de mucho meditar, no porque dudara de la importancia de ello, sino porque tal vez llegué a pensar que podía interpretarse como darle más connotación a las diatribas de María Fernanda Cabal que al mismo Gabo, llegué a la conclusión de que una contestación no sería quitarle el merecido lugar del Cataquero, en vez de ello, es una manera de reafirmarlo…

En primer lugar, señora Cabal, si bien tiene usted, así como cada uno de nosotros (el resto), el derecho a expresarse libremente, también tiene el deber de cuidar sus palabras, y más que nada por la posición que representa, la cual va más allá de la de un partido político; estamos hablando de toda una institución (aunque desprestigiada), como es el Congreso de la República. Si bien sus opiniones no representan, por suerte, la opinión institucional, deja mucho que desear el criterio y el sesgo con el que se va a ir a parar al recinto legislativo, pues, no se puede dividir a la María Fernanda Cabal que trina y la que expone su posición en un Congreso. Por desgracia son la misma persona, aunque en distintos escenarios.

Sus trinos, más que demostrar su desprecio (el cual es muy respetable, yo también tengo los míos, como el que profeso por su partido, por ejemplo) hacia ciertas posiciones políticas, demuestran la poca tolerancia que tiene hacia lo diferente, pues, escribir que "pronto estarán en el infierno", no desde la retórica con la que cualquiera pudiera hacer alusión a ese tema, sino desde la férrea convicción suya de la existencia de un infierno donde arden los más perversos y escépticos, denotan sus odios más viscerales contra aquél que ose contradecir sus creencias.

Ahora, con relación a su escándalo suscitado frente a la amistad de Gabo y Fidel (soy detractora del régimen castrista), sería bueno que hiciera una ampliación de su reducida óptica y mirara el amplio círculo de amistades de Gabo, y seguidamente, que tratara de mirar a Gabo hacia adentro. Fue un hombre tan hermético que siempre se cuidó de hablar para bien o para mal sobre muchos asuntos, incluso los que lo afectaban directamente. Creo que su amistad obedeció más a una lealtad hacia una conexión intelectual, basada en el respeto de las intimidades ajenas, lo que siempre lo caracterizó. Fue un hombre de convicciones profundas y amores viscerales. Su mundo, siempre fantasmagórico, se hizo a peso de sus propias convicciones, no de las ofertas rodantes.

Me llama la atención, sin embargo, que base su crítica en la amistad de Gabo con el cuestionado Fidel y, concomitantemente, sea usted una de las más férreas defensoras de una de las personas más cuestionadas en el país, y ahí sí, no diga nada. Es más, además de su silencio, acepta usted cogobernar con personajes ampliamente cuestionados, y como si fuera poco, se hace "la sueca". Eso, mi señora, sin el ánimo de decirle con quién debe juntarse y con quién no, me parece incoherencia de su parte, y cuando uno está a punto de incurrir en la incoherencia es preferible callar, o hacer algo en pro de la coherencia, así lo creo.

Ahora, con relación a su pretensión de dar cursos de moralidad y ética, cuando queriendo enmendar el desafortunado episodio del primer trino, escribe que "jamás cuestionaría la grandeza literaria de Gabo (…) Su afinidad con el castrismo sí…", sería bueno que supiera que no es posible desligar la posición política de la creación literaria, él le contestó ese trino hace más de treinta años cuando se fue del país por persecución política: "soy un hombre indivisible, y mi posición política obedece a la misma ideología con que escribo mis libros".



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