Escrito por:
Cesar Arismendy Morales
Columna: Reflexiones
e-mail: cesaridys@hotmail.com
Economista de la Universidad de los Andes y Licenciado en Ciencia Sociales de la Universidad Distrital de Bogotá. Cursó estudios de Planificación del Desarrollo Rural y Urbano en la Universidad de los Andes y en el Instituto de Estudios Sociales de La Haya Holanda. Igualmente estudios de maestría en Desarrollo Regional en la Universidad de los Andes y cursos de Ciencias Políticas en la Universidad de Minnesota - Estados Unidos.
En junio del 2001 el Municipio de Riohacha suscribió el Acuerdo de Reestructuración de Pasivos. Con ello se comprometió a prestar los bienes y servicios municipales con los ingresos que quedaban después de garantizar y apropiar los recursos para la cancelación de los diferentes grupos de acreedores. El acuerdo de pago por valor de $ 50 mil millones se extendía hasta el 2024.
En su primera fase, el Municipio desarrolló un gran esfuerzo fiscal. Los recursos que se transferían para cubrir la deuda fueron los ingresos corrientes de libre destinación, incluyendo la sobre tasa de la gasolina, valorización y los ingresos por las compensaciones del transporte de hidrocarburos. Afortunadamente, los ingresos de regalías de gas fortalecieron la hacienda municipal, y con ellos la deuda fue cancelada de manera anticipada, rescatando su autonomía y retomando como debe ser su personería jurídica.
Cancelada la deuda de Ley 550 de 1999, cual es el papel que en este nuevo escenario debe cumplir y jugar el Municipio? Los estrategas del fútbol moderno han determinando que la mejor defensa se consigue con un buen ataque. Se considera que un equipo no necesariamente debe tener los mejores y más importantes talentos dispuestos en el campo, pero si debe ser compacto entre sus líneas, rápido al pasar de la defensa al ataque, organizado en los cambios de frentes, tácticamente solidario, pero sobre todo contundente atrás y adelante.
Nuestro Municipio de Riohacha debería apropiar las enseñanzas del fútbol para aplicarlas en su equipo de gobierno y fortalecer la racionalidad orientada a los objetivos públicos, desarrollar funcionalmente la acción de sus miembros, facilitar los medios y recursos para que el conjunto pueda pensar rápido y pasar de la defensa al ataque. Es decir, conjugar el esfuerzo fiscal con la defensa jurídica de calidad.
Muy a pesar sus logros, la Administración Municipal estructuralmente sigue jugando a dejar hacer y dejar pasar. La pérdida de los cheques en tesorería, en consistencia con las declaraciones del Alcalde, refleja la falta de coherencia, evidenciando fisuras y choques internos en el equipo. Si ello sigue así, el resultado puede ser desastroso y corremos el riego de perder por goleada. En lo que resta del gobierno, la alternativa es sudar la camiseta, darle un orden al juego e imponerle condiciones al contrario, empezando por la defensa jurídica.
Debemos pasar al ataque para reclamar lo que es propio. Pasemos al ataque para reclamar los $ 1.200 millones que le hemos pagado de más a la concesión de alumbrado público, evaluar el desempeño de la Fiduciaria Bogotá en el manejo de los recursos del Municipio, solicitarle cerca de $ 8.000 millones a Electricaribe por usar la infraestructura municipal para la distribución domiciliaria de energía y demandar de la nación los derechos adquiridos por concepto de regalías de gas dejadas de pagar entre el año 2001 y junio de 2006.
Pasemos al ataque para revisar los contratos de concesión que tiene el Municipio, incluyendo las transferencias a Aguas de La Guajira por la suma de $ 100 millones mensuales para consolidar un patrimonio autónomo inexistente, pagarle a Interaseo una prima adicional o cargo fijo por el mal servicio que presta y recobrar la soberanía sobre el recaudo del impuesto de industria y comercio que apropian los operadores del mercado público, el terminal de transporte y el matadero. Solamente así gritaremos el soñado gooool que nos permitan salir del rincón de la tabla de posiciones y ganar el partido por el desarrollo social con dignidad.